La escritora peruana Blanca Varela fue una de las voces líricas más destacadas en Hispanoamérica. Su poesía es reconocida por tratar temáticas como la interculturalidad, el cuestionamiento a la sociedad patriarcal, la soledad del sujeto o la maternidad, entre otros.
Hija de Alberto Varela y de la escritora costumbrista Esmeralda González, Blanca ingresó a los dieciséis años a la universidad para estudiar Letras y Educación. Allí conoció a escritores de la generación del 50’ quienes la iniciaron en el surrealismo y el existencialismo.
A partir de 1947 empezó a colaborar en la revista Las Moradas y en 1949 emigró a París, donde conoció a Sartre, Simone de Beauvoir y Octavio Paz. Este último la impulsó a escribir su primer libro, Ese puerto existe, y la conectó con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.
Vivió también en Florencia y Washington, donde escribió y trabajó como periodista y traductora. A su regreso a Perú colaboró en la revista Oiga -en la que escribió críticas de cine con el seudónimo de Cosme- e integró el comité de redacción de la revista Amaru.
Los primeros versos de la poeta fueron inspirados por su tierra y el mar. Luego se extendió a asuntos cotidianos, la existencia y ciertos paisajes. Aunque escribió sus composiciones más crudas y bellas al morir uno de sus hijos en un accidente aéreo.
Blanca comenzó a enfermar: se le obstruyó la carótida y, desde entonces, cada vez se le hizo más difícil expresarse. Con el tiempo su salud incluso le impidió volver a escribir.
Fue distinguida con diversos reconocimientos. Recibió la Medalla Internacional Gabriela Mistral y el premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo. En 2006 fue galardonada con el Premio Internacional de Poesía García Lorca y ese mismo año también fue merecedora del Premio Ciudad de Granada. Dos años antes de su muerte recibió el Premio Reina Sofía, convirtiéndola en la segunda mujer en obtenerlo.