Fue princesa, doctora y escritora. Una combinación excepcional. Hace algunos días Google homenajeó a Vera Gedroitz, la primera mujer cirujana militar de Rusia y responsable de salvar cientos de vidas en la guerra. Descendiente de la realeza lituana, la princesa Vera Ignatievna Gedroitz, tuvo desde niña acceso a educación, aprendió a leer, escribir y hablar en francés precozmente. Nació en 1870 en la Gobernación de Oriol del Imperio Ruso, actual Ucrania. Fue la tercera de cinco hermanos y su infancia quedó fuertemente marcada por la muerte de su adorado hermano Sergei. Desde entonces Vera decidió que estudiaría medicina con el fin de salvar vidas.
Estudió en la escuela secundaria de mujeres de Bryansk, pero fue expulsada por mala conducta. Continuó su educación en San Petersburgo pero entonces fue detenida por unirse a un movimiento juvenil revolucionario y nuevamente expulsada. Con la intención de seguir estudiando organizó un matrimonio de conveniencia con su amigo Nikolai Belozerov, de manera de obtener un pasaporte y viajar a Suiza a terminar sus estudios en la Universidad de Lausana. Se graduó en 1898 con el título de Doctora en Medicina y Cirugía, y un par de años después volvió a Rusia. Ahí Vera fue contratada como cirujana en una fábrica de cemento y realizó cientos de intervenciones, incluyendo amputaciones y fracturas. Preocupada por la seguridad de los trabajadores, elaboró una lista de recomendaciones para los administradores de la fábrica.
En 1904, cuando estalló la guerra entre Rusia y Japón, se ofreció como voluntaria de Cruz Roja. Atendió a 1.255 pacientes y fue nombrada cirujana jefa del tren hospital. Además aplicó un nuevo método para realizar laparotomías en pacientes militares que resultó muy exitoso. Publicó artículos científicos en revistas médicas rusas sobre cirugías para obstetricia, glándula tiroides y tumores. En 1909 la emperatriz Alexandra Feodorovna convirtió a Gedroitz en médica residente del Palacio Imperial y primera mujer médica de la Casa real, siendo la pediatra de los niños del Palacio. Volvió a ir a la primera línea en la I Guerra Mundial y resultó herida en Kiev, misma ciudad donde años más tarde recibió el título de profesora.
Además de su amor por la medicina, Vera se desarrolló como escritora y publicó varias colecciones de poemas y también sus memorias tituladas La vida (1933). Fue un personaje excéntrico para la época, con vestimenta masculina e ideas modernas. Murió a los 61 años de un cáncer de útero.