Fue una de las grandes sopranos del siglo XX, reconocida por su enorme capacidad histriónica además de por su voz; algunos de sus roles más recordados incluyeron los protagónicos de Madama Butterfly y La Boheme de Puccini o La Traviata de Verdi.
Nació en Savona, una ciudad industrial al norte de Italia, hija de policía y costurera. Fue viendo una puesta en escena de Rigoletto en su ciudad, cuando tenía doce años, que Renata decidió dedicarse a la ópera, aprovechando sus talentos de voz y escenario. Siendo una adolescente fue a entrenarse a Milán, donde debió vivir en un convento. Hizo su debut profesional en 1952 en el Teatro Nuovo.
Vino una seguidilla de papeles de todo tipo, hasta que su gran salto vino con La Sonnambula de Bellini en el Festival de Edimburgo de 1957; era una producción de La Scala con María Callas de protagonista, pero la diva no quiso hacer una función extra. Scotto tomó el rol como suplente y brilló, generando una rivalidad eterna entre las dos divas. Se casó y tuvo dos hijos; su marido violinista dejó su carrera propia para acompañarla y hacerle de representante.
En los años 60 se transformó en uno de los nombres más importantes de la ópera mundial, y a fines de la década se presentó por primera vez en la MET de Nueva York. Ahí se convertiría en favorita, sumando más de 25 roles en 300 producciones de la famosa ópera de la Gran Manzana, hasta su retiro a fines de los 80.
Tras su retiro de los escenarios como soprano, trabajó como directora, además de profesora de voz en importantes institutos.