Banco comunal: Los Mañíos, Osorno
Paulina Baader fundó su emprendimiento Ranco Wool en 2019, el mismo año en que se convirtió en socia de Fondo Esperanza. Vende desde pantuflas y bufandas hasta pieceras y mantas. Durante la pandemia comenzó a preparar manjar, jarabe de frutas y mermeladas y ahora está construyendo una cafetería. Dice que con su emprendimiento ha vuelto a soñar.
Se crió con su padre y abuelos en distintos lugares del sur de Chile, aunque el hogar principal siempre estuvo en Lago Ranco. Desde niña acompañó a su abuela a distintos talleres de manualidades. “Ella pasó a ser mi mamá, fue quien me inspiró a hacer mi emprendimiento”.
Paulina asistió al Liceo Técnico Agrícola y tras graduarse se trasladó a Concepción para estudiar Ciencias Políticas. Se retiró de la universidad por falta de dinero y regresó a la casa familiar en La Unión. A los 21 años quedó embarazada de su primera hija, Amalia; a los meses de tenerla se mudó a vivir con una amiga.
Trabajó en una empresa vendiendo productos a las lecherías de la zona, tenía que manejar cerca de 800 kilómetros diarios. Luego fue coordinadora territorial de la Gobernación Provincial de Ranco.
Se fue a vivir fuera de su ciudad cuando conoció al papá de su hijo Bruno. Se separó en 2017, con muchas dificultades, ya que su dependencia económica era también muy grande. Paulina luego trabajó como secretaria en una constructora y vendió seguros de vida. “No tenía red de apoyo y los horarios no me daban”. Decidió volver a Ranco y crear La Ranquina, una plataforma para compartir datos de emprendedores locales. También hizo tortas, vendió ceviche y ensaladas de frutas en la playa: “Inventaba cosas para sobrevivir como fuera”. Trabajó como técnica agropecuaria en un campo, pero como el sueldo no era suficiente, empezó a tejer cuellos. “La administradora me invitó a Fondo Esperanza y me interesó. Pensé que podía ser la forma de salir adelante”, explica.
Con el primer crédito que le otorgó el banco comunal compró algunos ovillos. Produjo y programó eventos con La Ranquina a lo largo del año, hasta que llegó la pandemia. Acababa de arrendar una casa y “no tenía ni uno. Miré a mis hijos y pensé: si no es por mí, es por ellos”, cuenta. Le regalaron alimentos y con los IFE pudo pagar el arriendo; el dinero del banco lo usó para comprar lana.
Todo el 2020 se dedicó de lleno a tejer y fundó Ranco Wool. Empezó a profesionalizar su emprendimiento e invirtió en embalajes bonitos con etiquetas de cuero. Con el apoyo del banco comunal Los Mañíos, Paulina ha alcanzado distintas metas. Además, con el apoyo de Indap, está desarrollando un proyecto de turismo local que incluye una cafetería que se encuentra en plena construcción. “La idea es vender mis productos y los de otros emprendedores locales”.