Aunque a Carla Cordua no le guste, el universo intelectual coincide en que es una de las pensadoras más admiradas de Latinoamérica. Filósofa, escritora y analista de gran trayectoria, se ha destacado siempre por su mirada crítica y reflexiva de la realidad, que le ha permitido entregar lúcidos diagnósticos sobre la cultura y la política contemporánea.
La filósofa chilena, ganadora del Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 2011 (compartido con su marido Roberto Torretti), defiende la necesidad de incluir esta disciplina en la educación, dado que la considera una herramienta fundamental para comprender la realidad.
Cordua estudió en la Universidad de Chile y luego en Alemania. Entre 1958 y 1961 fue docente del Departamento de Humanidades de Puerto Rico, luego de lo cual volvió al país para formar junto a su marido el Departamento de Filosofía de la Universidad de Concepción. Más tarde, junto a otros intelectuales, fundó el Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile. Pero vino la reforma universitaria y, en el contexto político de la Unidad Popular y la posterior dictadura, aceptó una nueva propuesta para dedicarse a la docencia en Puerto Rico, donde se terminó quedando veintiocho años. Luego de su regreso, se ha desempeñado como profesora universitaria en los Institutos de Filosofía de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica.
Sus investigaciones, que ahondan en el pensamiento crítico de los siglos XIX y XX, se centran en Kant, Hegel y Wittgenstein. Como la mayoría de los conceptos que aparecen en estas obras son intraducibles, Cordua las lee en sus idiomas originales (inglés, francés, italiano, alemán, latín y un poco en portugués).
Ha escrito más de veinte libros de filosofía contemporánea, entre los que destaca El mundo ético: ensayos sobre la esfera del hombre en la filosofía de Hegel, Partes sin todo, un libro de ensayos dentro de una corriente de escritura más personal de Cordua, donde comparte sus reflexiones sobre temas tan variados —y aparentemente poco filosóficos— como el vestuario. Ese texto le valió un premio Altazor, mientras que por Ideas y concurrencias recibió el Premio del Consejo Nacional de Libro y la Lectura, entre tantas otras distinciones de las que ha sido merecedora a lo largo de su carrera. Además, es miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua.
“¿Las tareas urgentes? Educar a todo el mundo. ¿No era lo que el movimiento estudiantil quería al principio? Lo segundo: enseñar a trabajar. Los niños deberían aprender que la vida no es un regalo. Enseñar a vivir es la tarea pendiente. Sería una enseñanza favorable al cambio”, ha dicho. Y sobre el país hoy, y su necesidad de filosofía, declaró recientemente: “Por eso uno espera que se forme a los ciudadanos en la filosofía, para que justamente desarrollen ese tipo de capacidades, que sin duda hacen falta. En algún momento todos necesitamos tener la habilidad de preguntarnos, por ejemplo, por qué presuponemos que el crecimiento es bueno sin que suene como una pregunta estúpida. Ahí necesitamos el lenguaje y el razonamiento, para cuestionar los supuestos con que operamos. Esta no es una necesidad exclusivamente de los filósofos. Es tremendo cuánto nos hace falta disponer de estas habilidades reflexivas, críticas, que no son genéticas, sino culturales. Nunca en Chile habíamos necesitado tantos filósofos, nunca habíamos necesitado tanta filosofía”.
Carla Cordua es una mujer citada y aplaudida por la crítica internacional y especializada, en una escena masculina donde ha costado que se reconozcan cerebros femeninos. Su legado ha sido acercar la filosofía entretejida con la literatura, como una forma de hacer más accesible su lenguaje, de invitarnos a todos a atrevernos a pensar.
Fotos: La Tercera, Memoria Chilena.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas Latinas.