La intelectual italiana Elena Cornacora Piscopia pasó a la historia como una de las primeras mujeres en estudiar en una universidad, y la primera en obtener un doctorado. Elena además hablaba múltiples idiomas, tocaba varios instrumentos, y tenía una pasión por la filosofía y la teología.
Nacida en Venecia, Elena era hija de uno de los nombres más importantes de la ciudad y su amante, por lo que no tenía título oficial. Su padre amaba el conocimiento, y a pesar de que en la época no era la costumbre educar a mujeres, expuso a Elena a todo tipo de aprendizajes: dominaba siete idiomas, incluyendo latín y griego desde antes de cumplir diez años, tocaba el violín y el clavicordio y era una amante de la teología.
Su vida espiritual también la marcó: siendo una preadolescente se convirtió en oblata benedictina, una “monja sin hábito”, que igualmente tenía voto de castidad.
Su gran intelecto la convirtió en una mujer destacada, y su mentor en filosofía recomendó que recibiera educación y títulos de la Universidad de Padua. Elena, quien amaba la teología, en 1669 tradujo del español al italiano el Coloquio de Cristo del monje Laspergio.
Aunque quería doctorarse como Teóloga, el cardenal Gregorio Barbarigo, también canciller de la Universidad de Padua, se opuso terminantemente por ser mujer. Así que Elena se doctoró en Filosofía: su examen final fue un verdadero evento, y acudió tanta gente que tuvieron que cambiarlo de lugar. Elena Cornaro hizo una ponencia brillante, donde expuso por más de una hora y en latín sobre algunos pasajes de Aristóteles.
Elena tuvo variados problemas de salud, y terminó muriendo joven, con solo 38 años, debido a una tuberculosis.