Activista y estudiante de Biología Ambiental en la Universidad de Chile, Catalina Silva busca combatir el cambio climático. Lideró la Red Juvenil Concausa, creó conjuntamente el proyecto “1000 acciones por un cambio”. Actualmente integra el Comité de Prospectiva Juvenil, de la Comisión de Desafíos del Futuro del Senado de Chile. Catalina es una de las Bacanas Sub 30 de 2021, elegida por Mujeres Bacanas y el Programa de la Autoestima de Dove.
Catalina creció en Villa O’Higgins, en la Patagonia chilena. Cuando se formó el movimiento Patagonia Sin Represas, en el 2007, Catalina no sabía nada de ciencias o de glaciares. Pese a ser una niña, fue el primer momento en que vio a su comunidad unida con el fin de “defender la tierra”. Se dio cuenta que salir a manifestarse y alzar la voz podía generar un cambio.
Hija de un geógrafo-guía turístico y una educadora de párvulos amante de la naturaleza, tenía ocho años cuando su su profesor de ciencias, Luis López, la invitó al Taller de Laboratorio.
Grabaron cápsulas audiovisuales contando sobre la flora, fauna e historia antropológica de la zona. De los glaciares, su fragilidad y el cambio climático. A la par, desarrolló proyectos de ciencias, participó en congresos escolares. Distintos científicos visitaron su escuela en el marco del programa de Aumen, ONG que promueve la conservación de los sistemas naturales en conjunto con comunidades locales.
Catalina hizo excursiones para estudiar a las ranas, y presentó los resultados en el Congreso Chileno anual de Anfibios y Reptiles. Junto a una amiga llevó a cabo el primer estudio de microalgas en el lago O’Higgins; el más profundo de América, el quinto a nivel mundial. Se dio cuenta de las oportunidades que tenían para hacer ciencia.
Como todos los adolescentes de la Villa, al terminar octavo básico se mudó a Coyhaique para entrar al liceo, uno que ni siquiera tenía laboratorio. Se unió a la Coordinadora de Estudiantes de Aysén y descubrió un nuevo mundo. “Para mí fue el primer acercamiento concreto al activismo”. .
Concursó en un par de congresos nacionales aunque no pudo llegar a ser parte de uno internacional, como ella soñaba. Fue panelista del programa “Espacio Animal” -que transmitía un canal regional-, donde conversaba sobre temas relacionados a la ciencia.
En cuarto medio la aceptaron en el campamento científico Bayer Kimlu y recordó su amor por la ciencia. A fin de año postuló a Concausa, iniciativa de CEPAL, UNICEF y América Solidaria. “El proyecto tenía que ser sobre desarrollo sostenible ligado a la Agenda 2030. Se llamó “Con ciencia sin pobreza”. Al ser seleccionada, la invitaron a un campamento internacional que se realizó en Chile.
El 2019 se trasladó a Santiago. La coordinadora de Concausa de América Solidaria la invitó a ella y a Antonia Carrizo, Bacana Sub30 2020, a crear la “Red juvenil Concausa”. Ese año decidieron participar de la COP 25 y para lograrlo tenían que presentar una iniciativa relacionada al cambio climático.
Empezó a trabajar desde el colectivo. Junto a un grupo ideó “1000 acciones por un cambio”, plataforma donde jóvenes pueden compartir las iniciativas que están realizando para mitigar el impacto de la crisis medioambiental en el continente. Viajaron a la COP 25 en España, se contactaron con personas de otros países de la región.
Durante su primer año de universidad, pasó a ser voluntaria de la Red Concausa, ya que “no podía liderar una red de adolescentes cuando ya no lo era”, dice. En cambio, se unió a la directiva de la Red Kimlu. Este año fue oradora invitada al Congreso Futuro, evento de divulgación científica e innovación.
Catalina cree que “siempre estaremos siendo nuestra mejor versión y más auténtica cuando reconocemos el destino que queremos para nosotras”.