De rojo, con un parche en el ojo-simpatizando con quienes han perdido los suyos en el estallido social chileno- y con la insignia de Mujeres por la vida, la imagen de Mónica Echeverría en su lecho de muerte es un fiel reflejo de su espíritu fuerte y combativo. A los 99 años murió la escritora, profesora, actriz, directora, dramaturga y activista chilena. Una de las figuras del feminismo y la cultura nacional. Sincera y valiente, Echeverría siempre alzó la voz contra lo que consideraba injusticias y abusos de poder.
Nació en medio de una familia aristocrática y pasó parte de su infancia en Francia. De vuelta en Chile estudió en un colegio de monjas y luego entró al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. En 1944 se casó con el arquitecto y político Fernando Castillo Velasco, tuvo cinco hijos y ejerció la docencia durante más de dos décadas. En paralelo desarrolló también su vocación por el teatro como actriz, dramaturga y una de las fundadoras de la compañía Ictus. También fue directora de teatro infantil y estrenó varias obras que tuvieron itinerancia en colegios y barrios vulnerables.
Luego del Golpe de Estado de 1973 se trasladó junto a su marido a Inglaterra invitados por la Universidad de Cambridge. En 1978 volvieron a Chile y Mónica se transformó en activista contra de la dictadura de Augusto Pinochet; organizó una muestra de arte erótico en la UC, también la conocida Operación Chancho. En 1988 fue una de las fundadoras del movimiento político Independientes por el Consenso Democrático, y también creo el movimiento Mujeres por la vida. En el área cultural fue una de las fundadoras del Centro Cultural Estación Mapocho. Como escritora publicó su primer libro en 1993; Antihistoria de un luchador, una biografía de 500 páginas sobre el sindicalista Clotario Blest. Después vinieron varios títulos como Krassnoff; Yo, Violeta; Insaciables y ¡Háganme callar! (2016). Murió el pasado sábado 4 de enero en su casa de La Reina y cientos de personas llegaron a despedirla a la capilla de Campus Oriente UC.