La gimnasta Rebeca Andrade llenó de orgullo a Brasil al convertirse en la primera medallista olímpica de oro en Gimnasia de su país. Su piel negra y su marcada historia de esfuerzo, la han convertido en una embajadora del espíritu fuerte de las brasileñas.
Rebeca nació en Guarulhos, cerca de Sao Paulo. Su padre siempre ha sido ausente, y su madre, doña Rosa, una mujer de esfuerzo que ha sacado adelante a sus ocho hijos trabajando como empleada doméstica.
Desde pequeña Rebeca presentó habilidades deportivas, y fue su tía, quien trabajaba en un gimnasio, quien la llevó a probarse en gimnasia cuando tenía 4 años; el lugar tenía un programa de inclusión social. Desde entonces que se dedicó al deporte, con el apoyo de su madre, y con sus hermanos llevándola a entrenar a una hora de distancia, a pie o en bicicleta.
Cuando Rebeca tenía 9 años, su entrenador ofreció que se fuera a vivir becada al Centro de Excelencia de Gimnasia en Curitiba. Andrade partió, y luego comenzó un camino de excelencia, que incluyó ganar el campeonato de Brasil con 13 años, y luego varios oros en el encuentro mundial.
En Tokio 2020 Rebeca hizo historia para su país, ganando el oro de gimnasia en salto, y la plata en All Around. “Me siento muy orgullosa de mi misma”, dijo, “porque creo que puedo representar toda la fuerza de las mujeres”.