Artista, cocinera, activista palestina. Mirna Bamieh fundó Palestine Hosting Society, proyecto de arte culinario en vivo que investiga la cultura gastronómica Palestina y sus prácticas alimentarias.
Mirna Bamieh nació en Jerusalén y desde siempre acompañó a su mamá libanesa cuando cocinaba. Ella le preguntaba si le gustaba la preparación, cómo se le ocurría que podía mejorarla. La cocina era como un laboratorio, un lugar de fascinación.
Estudió licenciatura en psicología en la Universidad Birzeit en Ramallah y una maestría en Bellas Artes en la Academia Bezalel de Artes y Diseño en Jerusalén. Trabajó como gestora artística-cultural, profesora, curadora en una galería.
Su encuentro con el “arte de resistencia” la alentó a participar de un foro de estudio artístico en Beirut, Líbano. Sus creaciones intentaban contemplar la política en constante cambio, cuestionar las nociones de tierra, territorio y espacios ambivalentes.
Hizo un diplomado en cocina profesional y le sugirieron combinar arte y comida. Ella ideó “Potato Talks”. En una calle principal, un grupo de personas se sentó a pelar papas con sillas vacías alrededor. Cuando un transeúnte paraba y decidía sentarse, el “pelador” le contaba una historia personal. Esa fue la semilla que impulsó su proyecto.
En 2017 creó Palestine Hosting Society con la intención de ayudar a las personas a construir una relación con la geografía, política e historia palestina a través de la comida. Para esto elige ciudades o familias en las que quiere ahondar más. Va al lugar y está por un par de meses conociendo a las personas, sus experiencias.
Después de la investigación, Mirna prepara una cena que trae a la vida recetas tradicionales rescatadas. Utiliza su cuerpo, su voz, para presentar el menú. Para ella la actuación es tan importante como la comida, ya que la artista se convierte en un vehículo que transfiere el conocimiento a la mesa.
Mirna Bamieh trabaja para recuperar platos en vías de extinción. Recuperar la identidad y la historia de su pueblo. Impedir que sus costumbres y la memoria colectiva gastronómica se diluya.