El Festival de Folklore de Cosquín en Argentina era uno de los epicentros del boom de los sonidos latinoamericanos. Allí, en 1965, el cantante Jorge Cafrune dijo que, aunque no tenía permiso de los organizadores, quería subir al escenario a una artista de Tucumán. Mercedes Sosa había sacado dos discos que pasaron casi inadvertidos y luego de que tocara «Canción del derrumbe indio», su nombre se consagró en Argentina y su fama se expandió por el continente. La apodaron La Negra y fue conocida como «la voz de América Latina».
Mercedes Sosa era hija de una lavandera y un obrero. Comenzó a cantar a los quince años y sus amigas la animaron a entrar a un concurso de canto radial, que ganó. Desde entonces, hizo del canto su carrera y de sus orígenes humildes, su mensaje, su orgullo y su bandera de lucha. A fines de los años cincuenta se fue a vivir a Mendoza junto a su marido y su hijo, y en 1959 sacó su primer disco.
En 1963, la cantante y otros artistas lanzaron el Movimiento del Nuevo Cancionero, para dar vida a la música de raíz y que la nueva canción argentina expresara los «sueños, alegrías, luchas y esperanzas» del pueblo. Sosa sería una de sus principales exponentes y, tras Cosquín, grabó su tercer disco, Yo no canto por cantar, que fue un éxito.
Se transformó en la cantante más famosa de Argentina, tejió lazos en el extranjero gracias a discos como el homenaje a Víctor Jara y Violeta Parra, y popularizó el cancionero de otros artistas afines, como Atahualpa Yupanqui.
Sosa, eterna militante de izquierda, sufrió el asedio político durante la dictadura argentina que comenzó en 1976. Sus discos fueron prohibidos y, tras ser detenida brevemente, se exilió por cuatro años en España y Francia.
En 1982 volvió a Argentina e hizo trece shows en el Teatro Ópera de Buenos Aires, los cuales se convirtieron en un hito y en un disco. Fue un canto a la libertad en el aún reprimido país. Sosa se reencontró con su público acompañada de algunos de los músicos que comenzaban a cambiar la música argentina, como Charly García y León Gieco. La Negra sería una impulsora entusiasta de la nueva generación.
El resto de su carrera la vivió como ídolo. Lanzó discos hasta su último año de vida, y murió a los setenta y cuatro años debido a una falla renal. Fue velada en el Congreso Nacional, mientras el país guardaba tres días de luto y miles de personas se agolpaban para decirle adiós.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas Latinas.