La música fue una virtuosa intérprete del theremin y considerada una precursora de la música electrónica. Nació en Lituania como Clara Reisenberg y fue una niña prodigio del violín, tanto así que a los 5 años ingresó al Conservatorio de San Petersburgo. Huyendo de la revolución rusa sus padres decidieron trasladarse a Estados Unidos en un largo viaje plagado de penurias. Ya instalados en Nueva York, una enfermedad ósea derivada de la desnutrición impidió a Clara seguir tocando el violín.
Lo vivió como una verdadera tragedia pero que no la alejó de la música; por esos años conoció el theremin, instrumento inventado por León Theremín -y patentado en 1928- que se controla sin necesidad de contacto físico por parte del intérprete. El ruso presentaba el instrumento en sociedad y según las crónicas de la época Clara comenzó a interpretarlo con una sensibilidad, precisión y dominio inauditos.
Sus conocimientos del violín y oído privilegiado permitieron que ayudara a León Theremin a perfeccionar su invento. Entre las modificaciones más importantes derivadas de la colaboración de ambos destacan la ampliación del rango de octavas de 3 a 5, algo que ayudó a la joven a interpretar piezas más rápidas y con mayor precisión, y el mejor control del volumen y el tono.
Rockmore interpretó piezas de reconocidos compositores como Bach, Chopin y Schubert, y actuó junto a distintas orquestas por Estados Unidos y Europa, convirtiéndose en estrella a nivel internacional. Durante los años 40, Alfred Hitchcock incorporó el sonido “fantasmagórico” del theremín a su película Recuerda, transformándolo en un popular elemento cinematográfico.
Recién en 1977, cuando Clara tenía 66 años, se animó a grabar su primer disco El arte del theremin. Con la llegada del sintetizador, el theremin pasó a un segundo plano hasta que en los años 90 tuvo un revival de la mano del documental Theremin: An electronic odyssey que lo acercó a muchos músicos y grupos de la época. Clara Rockmore murió en Nueva York en 1998 a los 87 años.