Un día antes de morir, Marielle Franco, de treinta y ocho años, se preguntaba en sus cuentas de redes sociales: «¿Cuántos más será necesario que mueran para que esta guerra acabe?», refiriéndose a la escalada de violencia en las favelas de Río de Janeiro tras la intervención militar impulsada por el presidente de Brasil, Michel Temer. Al día siguiente, Marielle Franco, la única mujer negra en ser elegida concejala de su ciudad, venía de regreso de un evento de empoderamiento para jóvenes negras, cuando recibió cuatro balazos en la cabeza.
La vida de Marielle Franco era un ejemplo de superación y un símbolo de renovación en la política brasileña. Mariella nació en la Maré, una de las favelas más peligrosas de Río, donde ella y su hermana ya estaban acostumbradas a los tiroteos y a veces a ver cuerpos en la calle. Marielle se transformó en activista cuando un amigo murió luego de recibir una bala perdida. Además, siempre le molestó el machismo imperante en los ámbitos de toma de decisiones y la falta de mujeres en los espacios políticos.
Tuvo una hija a los diecinueve años y sacó adelante sus estudios superiores de Sociología con la ayuda de una beca. Luego participó de organizaciones como Brazil Foundation y el Centro de Acciones Solidarias de la Maré. Más tarde conoció a Marcelo Freixo, defensor de los derechos humanos y diputado del Partido Socialismo y Libertad, y se convirtió en su asesora.
En 2016 entró de lleno en la política, cuando se presentó a la elección de concejales. Su fuerza era su historia: era mujer, negra, lesbiana, madre soltera y, por lo mismo, se dedicaba a resguardar los intereses de los más vulnerables y de darles voz a quienes eran como ella y venían de su mismo barrio. Se convirtió en la quinta concejal más votada de Río en 2016, con 46.000 votos.
La fuerza política de Mariella Franco llamaba la atención. Durante la última celebración del carnaval lideró la campaña «No es No», en contra del acoso, y denunció los constantes abusos en que incurrían las fuerzas policiales en las favelas. Ahí, los habitantes quedan en medio del fuego cruzado de las luchas entre carteles de droga, policías, oficiales corruptos y milicias que se han tomado el territorio. Mariella alertó a la opinión pública de todo lo que pasaba en las calles donde vivía y creció. Eso hasta su muerte, que causó revuelo en la ciudad, en el país y en el mundo.
El asesinato de Marielle Franco fue condenado por organizaciones como Amnistía Internacional y miles de personas se tomaron las calles de Río de Janeiro para exigir justicia, bajo el grito de «¡Marielle, presente!». Recién cuatro meses después de su asesinato se arrestó a dos hombres, que eran exoficiales y parte de las milicias contra las que Marielle luchaba.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas Latinas.