La película Las Inocentes de la directora Anne Fontaine cuenta la historia de un convento de monjas polacas que fue invadido por soldados soviéticos durante la 2da guerra mundial. Las religiosas fueron abusadas y violadas por las tropas rusas durante días y como consecuencia varias quedaron embarazadas. Asustadas por la deshonra que esto significaba recurrieron a una doctora francesa de la Cruz Roja para que las ayudara con los partos. Todo bajo absoluto secreto. La historia es real, y la doctora Madeleine Pauliac, una heroína de carne y hueso.
Nació en Villeneuve-sur-Lot, al sureste de Francia. Estudió medicina y en 1939 publicó su tesis doctoral sobre el tratamiento de la meningitis. Cuando estalló la guerra, Madeleine tenía 27 años y trabajaba en un hospital en París pero no dudó en unirse a la Resistencia para auxiliar a los paracaidistas aliados. Participó también en misiones con el Escuadrón Azul de ambulancias de la Cruz Roja.
Tras el Desembarco de Normandía en 1945, Madeleine fue enviada a Moscú para ayudar a repatriar a los prisioneros de guerra franceses. Luego llegó a Polonia y se encontró con un país caído en desgracia y dominado por un cruel ejército rojo. Entonces le tocó conocer a las monjas que habían sido ultrajadas y en esa época escribió en su diario: “Había 25 monjas. 15 fueron violadas y asesinadas por los rusos. Las 10 restantes fueron violadas, algunas 42 veces y otras 35 o 50 veces. Nada de eso sería de una importancia mayor si no hubiese sido porque 5 de ellas estaban embarazadas. Vinieron a pedirme consejo y hablaron indirectamente de aborto…”
Pauliac practicó varios abortos en el convento y también ayudó a algunas religiosas a parir a sus hijos. También les proporcionó ayuda psicológica para superar el trauma. El 13 de febrero de 1946, a sus 33 años, Madeleine murió en un accidente de tráfico en Varsovia (algunas versiones aseguran que su automóvil pisó una mina). Todo el cuerpo diplomático francés fue a su funeral en Polonia y más tarde fue condecorada de forma póstuma con la Legión de Honor y la Croix de Guerre 1939-1945.
Su sobrino Philippe Maynial se ha preocupado de reconstruir la vida de su tía a través de distintos documentos para destacar su valiosa labor durante la guerra: “Algunos informes de las mujeres jóvenes que acompañaban a mi tía informaron de que habían visitado más de 200 campamentos de prisioneros, muchos campos de concentración, y habían viajado unos 40.000 kilómetros. Hacían un promedio de 700 kilómetros para recuperar a un francés de aquí y otro de allá. Viajando día y noche”.