Eman Mohammed creció en la Franja de Gaza. A los 19 años se convirtió en única periodista mujer que reporteaba desde ahí. Pero lo suyo era la fotografía, un área que en relación a la guerra siempre ha sido un lugar de hombres.
Durante 25 años Eman vivió en la Franja de Gaza, tras un muro en uno de los lugares más conservadores de Palestina. La ciudad estaba asediada por el desierto por un lado, el mar por el otro y los tanques armados, que tenían un control permanente sobre el cierre de la ciudad.
Eman nació en Arabia Saudita en 1987, pero tras la separación de sus padres, a sus tres años, su madre oriunda de Gaza, volvió a instalarse allí. Fue ahí cuando vio por primera vez lo conservadora de la sociedad donde se llegaron; su madre al ser divorciada fue rechazada por la comunidad, donde las tradiciones locales establecen que ante un divorcio las madres no crían a los hijos, sino que éstos pasan a ser educados y vivir con el padre. Por ley si los hijos no están con el padre, la madre no puede volver a casarse. En este ambiente donde las mujeres recién pudieron estudiar recién en los sesenta, Eman fue entrenada por una agencia local, de tipo secular pero con un jefe islámico jihadista, para hacer de reportera. Con 19 años, en 2006, era la única mujer periodista en Gaza, lo que en lugar de ser considerado un logro era todo lo contrario, no era lugar para mujeres, sino que una desgracia para ella y su familia.
Aún cuando la sociedad la criticó, Eman estando en su segundo año de Periodismo en la Universidad Islámica de Gaza, renunció al trabajo de oficina y se lanzó cámara en mano a retratar la realidad de Gaza de forma independiente. La actitud de la gente alrededor fue aún más severa, dijeron que era una mala persona, que no seguía las reglas culturales y que no debía andar con hombres.
Tres semanas después de la decisión de Eman de fotografiar su realidad, en 2008 la guerra de Gaza estalló. Además del peligro inminente del conflicto bélico, sus colegas fotoperiodistas se encargaron de mostrarle que ese no era su lugar. En zonas de conflicto, en general, los fotógrafos y periodistas se mueven en grupos. Estando con tres colegas con bastante experiencia, fueron a un lugar bombardeado por misiles, donde la confusión y el caos hicieron que todos los que estaban reporteando volvieran a sus autos para escapar. Cuando Eman llegó corriendo al vehículo en que llegó, donde estaba todo su grupo, en lugar de abrirle, prendieron el motor y la abandonaron a su suerte en la mitad de un territorio atacado. La explicación de sus colegas era que la guerra y el periodismo no eran para mujeres y que la dejaron ahí como escarmiento para que aprendiera que ese no era su lugar.
Para Eman eso no fue impedimento para continuar con lo que ella sentía que era una vocación, al contrario, le dio la fuerza necesaria para encontrar historias relacionadas con mujeres y la guerra, generalmente obviadas por el resto del periodismo. Así, hoy con 26 años, sigue siendo la única mujer gazatí en cubrir el conflicto y sus consecuencias en la Franja de Gaza.
Eman ha sido premiada internacionalmente por su trabajo de cobertura del conflicto palestino, y ha colaborado con TED, dando su testimonio, así mismo en la ONU en las negociaciones de paz en Ginebra para que la guerra acabe.