Es influyente, temida, admirada y polémica: Michiko Kakutani, la crítica de libros de The New York Times, ganadora del Pulitzer, es un personaje central en el mundo de la literatura de Estados Unidos y más allá de sus fronteras también.
Es hija de un matemático, estudió en Yale, y luego de un par de trabajos como periodista, en 1979 se integró al área de cultura de The New York Times, el gigante del periodismo norteamericano. En 1983 se transformó en crítica literaria, un rol que sigue cumpliendo hasta hoy, convertida en la más importante e influyente del país, famosa por destrozar los libros que no le gustan, y no tener ningún tipo de miedo a ser dura. Su inteligencia, prosa y estilo son alabados mundialmente, ya sea esté elogiando o odiando a un libro, y se ha forjado la reputación por no temer decir lo que piensa de las vacas sagradas de la literatura: desde Tom Wolfe a Margaret Atwood o Martin Amis, han sufrido en ocasiones el golpe de Kakutani. Por lo mismo, sus críticas a veces son polémicas, generando la ira de escritores – Jonathan Franzen la llamó la persona más estúpida de Nueva York-, editores y hasta el público; pero la periodista permanece hace décadas al margen de todo y sigue escribiendo. Michiko Kakutani no parece temerle a nada ni nadie.
Poco más se sabe sobre ella, ya que nunca da entrevistas, no se mezcla con el círculo de intelectuales neoyorquinos que tanto la lee: Kakutani es por sobre todo privada, y deja que sus críticas hablen por ella. En 1998 ganó el Pulitzer en crítica, por su repaso a American Pastoral, de Philip Roth. Por todo lo anterior, Kakutani se ha convertido en un ícono cultural de Estados Unidos, y hasta capítulos de Sex and the City hacen referencia a aparecer en una de sus críticas.