Conocida como “La reina de África”, la escritora e intrépida exploradora inglesa Mary Kingsley fue una de las primeras etnógrafas precursoras de la antropología cultural. Activista proafricana, escribió crónicas sobre sus experiencias. Criticó el actuar de los misioneros católicos por tratar de reformar a los africanos, habló de “la carga del hombre blanco” sobre el continente.
Su padre, médico y escritor aristócrata, rara vez estaba en casa. A ella la criaron para cuidar a su madre inválida y no recibió educación formal. Aprendió a leer y escribir de forma autodidacta, leyó libros sobre “tierras exóticas” que tenía su padre en su enorme biblioteca. Así nació su deseo de viajar.
Cuando tenía 30 años murió su padre y a las semanas su madre; ella navegó a Las Palmas en las Canarias y luego a Sierra Leona. Estaba decidida a vivir las aventuras que siempre anheló.
En 1892 viajó a la capital de Angola. Vivió con los nativos, aprendió a sobrevivir en la jungla, se aventuró sola en zonas peligrosas, luego regresó. En 1895 zarpó otra vez rumbo a África. Descubrió nuevas especies de peces, estudió la tribu caníbal de los Fang, ascendió a la cima del monte Camerún. Recolectó flora y fauna para el Museo Británico.
Viajó como comerciante llevando telas que vendía por caucho y marfil, así financió sus travesías. Las noticias sobre sus aventuras llegaban a Londres, los periodistas estaban ansiosos por entrevistarla. Al volver dictó durante tres años conferencias por todo el país sobre la vida en África.
Quiso crear un foro donde todas las personas comprometidas con respetar y proteger las culturas tradicionales africanas se juntaran. Aunque en vida nunca organizó una reunión, un año después de su muerte se formó la “Real Sociedad Africana” con el objetivo de dar a conocer las “leyes y costumbres de los africanos” y promover una mejor comprensión.
Durante la Segunda Guerra de los Bóers, Kingsley se alistó voluntaria como enfermera. Murió de fiebre tifoidea en una pequeña localidad al sudeste de Ciudad del Cabo donde curaba a prisioneros bóeres.