Es la madre, lengua, voz y manos del folclor chileno. El legado de Violeta Parra vive en sus canciones –hechas de poesía campesina–, en la recopilación de la tradición musical de un país –el que buscó a pie, casa a casa, voz a voz– y también en sus arpilleras y otras piezas de arte de su autoría.
Violeta es parte de la familia Parra, la misma que en Chile es famosa por ser sinónimo de poetas y músicos, como Nicanor, Eduardo y Roberto. La infancia la pasó en el mundo rural con pocos recursos y aburrida del colegio; desde pequeña mostró una vocación musical, aprendiendo a tocar guitarra a los nueve años.
Debido a los problemas económicos familiares, los Parra se trasladaron varias veces por el sur de Chile. Violeta partió tras a su hermano Nicanor a Santiago, donde además de estudiar siguió buscando en el canto una manera de ganarse el pan y de expresarse. Se casó,, tuvo hijos- pero sobre todo Violeta necesitaba crear. Ya fuera escribiendo poesía, cantando, bordando arpilleras y buscando en sus viajes a la gente que encarnaba la tradición musical chilena. Comenzó a tratar de rescatar algo tan intangible como el folclor, viajando por Chile, hasta lugares recónditos y guitarra al hombro, para plasmar el canto chileno, el habla, las historias, y todo lo que hace de una tierra algo único. Recopiló miles de canciones en los libros Canto Folclórico Chileno y Cantos Campesinos.
En los años 50 comenzó a grabar sus primeras canciones y a ganar reconocimiento tanto en Chile como en Francia, donde se fue a vivir por un par de años. Literalmente tocó la puerta de Louvre preguntando si les interesaba exponer sus arpilleras y esculturas. Tras una ardua gestión, en 1964 se convirtió en la primera persona de habla hispana en exponer en el Pabellón Marsan del Museo de Artes Decorativas del Louvre.
En Chile, por iniciativa de sus hijos, Ángel e Isabel, participó en la creación de la Peña de los Parra, espacio que reunió a los principales cultores del folclor chileno, en lo fue el origen del movimiento conocido posteriormente como la Nueva Canción Chilena. Luego en unas ganas de rememorar el circo y su infancia, puso una carpa en La Reina esperando un éxito que nunca llegó. Eso se sumó a un periodo de difíciles decepciones amorosas, que acentuaron su depresión. En 1967, Violeta Parra se quitó la vida.
Hoy su legado vive en un Museo levantando en su nombre, y cientos de obras, canciones y poesías, que han dado la vuelta al mundo, como su inmortal canción Gracias a la vida. Es una de las artistas más influyente en las nuevas generaciones, tanto chilenas como sudamericanas.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas y podcast / Créditos fotos: Museo Violeta Parra.