Fue una de las poetas que irrumpió en la escena cultural e intelectual de Chile en los 80. Carmen Berenguer siempre estuvo comprometida con la lucha social y política en Chile.
En plena Dictadura, editó su primer libro Bobby Sands desfallece en el muro (1983), una especie de homenaje a los presos políticos a partir de la figura del activista irlandés. En esa misma década Berenguer se transforma en una de las mujeres más destacadas en poesía, compartiendo generación con Raúl Zurita, Diamela Eltit o Elvira Hernández, entre otros. Destaca dentro de esos años también su libro A media asta (1988), en cuyo lanzamiento se presentaron las míticas Yeguas del Apocalipsis, Pedro Lemebel y Francisco Casas, amigos cercanos de Berenguer. Ella misma participó de alguna de sus performances, como La refundación de la Universidad de Chile, donde iba tirando del caballo que llevaba a la dupla desnuda por el campus Juan Gómez Millas.
En 1987, es la principal organizadora del Primer Congreso Internacional de la Literatura Femenina Latinoamericana, un hito para las mujeres escritoras, siempre en segundo lugar e históricamente silenciadas en el país. En una serie de encuentros con escritoras, lectura de poesía y mesas de trabajo, se discutió desde literatura a patriarcado y más.
En los años 90 seguiría destacando como poeta, con lanzamientos como Naciste pintada (1999), entre otros. Fue ganadora de la Beca Guggenheim en 1997, y en el año 2008, sería la primera persona chilena en recibir el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.
Berenguer siguió trabajando y publicando hasta su muerte en 2024; fue además dos veces presidenta de la Sociedad de Escritores de Chile. Además, dos veces fue nominada al Premio Nacional sin llevárselo; una enorme deuda de la literatura local.