La etíope Abebech Gobena se transformó en madre y cuidadora de miles de huérfanos por el hambre y la sequía en su país, al crear Agohelma, una de las mayores ongs locales, que cuida y educa a niños.
Su historia comienza en una pequeña aldea de Etiopía llamada Shebel, donde Abebech quedó huérfana de padre siendo niña. Criada por su madre y abuelos, fue obligada a casarse con solo 10 años. Aunque intentó escapar, fue devuelta a su marido, quien la encerraba. Finalmente Abebech huyó a la capital, Adís Abeba, teniendo solo 11 años. Un extraño la acogió de la calle, y Abebech logró conseguir una educación.
Trabajó en una empresa de exportación de granos, y tenía una vida cómoda de clase media cuando volvió a casarse. Fue tras una peregrinación que hizo en 1980, que en el camino se topó decenas de cuerpos o moribundos; Etiopía vivía una feroz hambruna, ocultada en su gravedad por el gobierno y sin entregas de ayuda.
Abebech entregó pan y agua, y volvió al día siguiente. Al ver a un bebé moribundo intentado conseguir leche de su madre fallecida, la etíope decidió llevarse a un par de infantes a su casa. Siguió rescatando menores, y cuando ya llevaba una veintena viviendo con ella su marido la hizo elegir. Abebech eligió los niños.
Se trasladó a una choza en la naturaleza, y empezó a criar y acoger pequeños, haciendo trabajos de agricultura para mantenerlos y contrató un tutor para educarlos. Eventualmente consiguió inscribir a Agohelma como ONG a mediados de los 80, y desde entonces, miles de etíopes han encontrado en el lugar un hogar. La ONG no sólo es un orfanato, sino que también entrega educación para prevenir el VIH y escolaridad gratuita.
Abebech era adorada en su país, y recibió cientos de honores, incluyendo un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Jimma y la medalla del jubileo de la universidad de Adís Abeba. Tras batallar con distintos problemas de salud, murió en 2021, debido a complicaciones del Covid-19.