La política australiana de principios del siglo XX pretendía asimilar a los aborígenes con la sociedad formada por los colonos europeos. La forma era básicamente usurpar a niños y niñas de sus familias, educarlos para que fueran sirvientes y así introducirlos a la “sociedad civilizada”. 100.000 niños de origen indígena fueron sacados de sus familias en lo que se conoce como las “generaciones robadas”, una política que duró hasta 1971.
Molly Kelly nació en 1917 en Jigalong en la parte oeste de Australia. En este lugar que limita con el desierto de Gibson, pasaba la valla construida a través de todo el continente australiano, una división que evitaba que una plaga de conejos traídos de Europa, se comieran los cultivos de los granjeros. Hija de una madre de la comunidad Mardudjara y un padre inglés inspector de rejas, Molly fue arrebatada de sus padres a los 13 años. Junto a su hermana menor de 8 años, Daisy, y su prima de 10, Gracie, policías blancos las tomaron y se las llevaron a más de 1000 kilómetros de su hogar, al norte de Perth, al Moore River Settlement, un asentamiento para educar aborígenes, donde las piezas tenían rejas y los niños que intentaban escapar eran castigados en confinamiento en solitario. Las condiciones estaban lejos de ser buenas, por lo que Molly planeó el escape con su hermana y prima. Sólo tendría que seguir la valla a prueba de conejo para volver a su hogar.
La travesía las llevó a caminar durante 9 semanas hacia el norte siguiendo la valla, cruzando la agreste geografía australiana. Se alimentaron de patatas dulces, plátanos salvajes y conejos. El cansancio y la falta de comida y agua era tal, que muchas veces Molly tuvo que cargar a su hermana y prima. Esta última perdió la esperanza de que estaban yendo por el camino correcto, por lo que decidió seguir sola. Nunca la volvieron a ver.
La felicidad de volver a ver a su familia no duró mucho. La ley de mezcla de aborígenes con europeos siguió funcionando, por lo que cuando Molly tuvo a sus dos hijas, nuevamente fue llevada contra su voluntad al Moore River Settlement en 1940. Un año después escapó de nuevo con su hija Anabelle de 18 meses, y dejó a Doris, de cuatro años, con un pariente. En 1943 Doris fue enviada a un orfanato donde le dijeron que su madre la había abandonado. Además nunca le contaron de su ascendencia aborigen.
Veinte años después Doris buscó a su verdadera madre, encontró a Molly y su historia, la cuál convirtió en el famoso Rabbit-Proof Fence, un libro y luego película, que provocó un fuerte debate en Australia por los niños robados. Hasta la fecha, el gobierno australiano todavía no hace una disculpa pública por lo sucedido, pues se dice que temen el costo de las consecuencias legales.
Molly Kelly murió a los 87 años, convertida en la excepción de todos aquellos niños que nunca volvieron a ver a sus padres.