Cindy Sherman es la artista de las mil caras. Su trabajo fotográfico, que ella protagoniza, dirige y fotografía, revela un constante cuestionamiento del lugar que la mujer tiene en la sociedad y al mismo tiempo desafía al observador a identificar al tipo de persona representada.
Originaria de New Jersey, Estados Unidos, la carrera de Cindy como artista se comenzó a formar cuando entró a la universidad a estudiar Artes Visuales en la Universidad de Buffallo, donde comenzó un corto pero apasionado interés por la pintura, hasta que decidió que la fotografía era el medio que necesitaba para expresarse. Una vez graduada comenzó a experimentar consigo misma frente a la cámara para crear la que sería una de sus series más exitosas “Untitled Film Stills” (1977-1980), donde cuestionó la narrativa en relación al cine y lo que muestra, pues escenifica lo que aparenta ser un fotograma en blanco y negro, con la estética del cine negro de los cuarenta, usando un erotismo sencillo en su pose. Así Cindy abordó el estereotipo femenino de la mujer abandonada, la prostituta, la femme fatale y la golpeadora entre otras.
Tras sentir que había agotado los modelos femeninos en sus series monocromas, tomó el color a principios de los ochenta. Para recrear diferentes locaciones en su taller, usó imágenes retroproyectadas, donde ella es diferentes personajes en diversos interiores y exteriores.
Los años pasaron y Cindy sólo fue añadiendo más prótesis, maquillaje y disfraces que la dejaban completamente irreconocible. Su obra se fue armando a través de la representación de los diferentes conceptos que Cindy quería transmitir, donde siempre se cuestiona la identidad a través de la transmutación de la artista, quien en el formato del retrato, se fotografía encarnando personas que hacen referencia a los cuentos, las diferentes culturas, la historia del arte y el mundo de la moda.
A finales de los ochenta estrenó History Portraits donde tomó referencias de imágenes clásicas y referencias pictóricas como Caravaggio o Boticelli, adoptando un estilo de elite renacentista y la aristocracia inglesa mediante un maquillaje no perfecto, dando a entender el engaño.
Cindy abrió su mundo sicológico a principios de los noventa, abordando su propia intimidad mental con Disasters y Fairy Tales (Desastres y Cuentos de Hadas) mediante la fealdad y lo grotesco, que luego exageró mucho más en Sex Pictures (Imágenes Sexuales, 1992) donde Cindy no aparece en el cuadro sino que partes de muñecos, máscaras y pelucas que simulan una humanidad reemplazada por el plástico.
El arte de Sherman ha traspasado incluso a la publicidad donde ha sido protagonista de marcas como Mac, Marc Jacobs y Balenciaga, quienes han sucumbido a la estética tan característica de la artista.
Cindy Sherman continúa hoy desafiando los conceptos del retrato, el disfraz y el maquillaje. Su serie de payasos creados en los primeros quince años del siglo XXI, no dejan de ser brutalmente agresivas y espeluznantes. En el último tiempo la mirada malévola ha sido reemplazada por representaciones de la alta sociedad neoyorkina, sumando así otra imagen a su prodigiosa producción de casi 500 fotografías que no tienen título (todas se llaman Untitled más un número ) que capturan la historia de la mujer en la mirada de una artista, de la que además tenemos ahora sus experimentos en Instagram.