Su padre era un anarquista y un poeta, lo que explica el nombre que les dio a sus hijos: Azul, Alma, Idea, Poema y Numen. La familia, de clase media y poco dinero, vivía en una casa hecha de cal, cuyo polvo afectaba el asma de la frágil de salud Idea Vilariño. Por problemas de salud terminó viviendo sola cuando era una adolescente, al mismo tiempo que escribía sus primeros poemas. A sus veinte vino el desgarro familiar con la muerte de su madre primero y la de su padre y de su hermano después. Sufría ella también de su enfermedad respiratoria y de un eczema, que hacía que la piel se le cayera a jirones. Todo ese sufrimiento quedó impreso en sus poemas sobre la vida y la falta de sentido, la muerte y la pérdida.
Tenía veinticinco años cuando publicó su primer libro de poesía, La suplicante. Idea se transformaba en una de las pocas mujeres y la más importante de la llamada Generación del 45. El grupo, conformado por críticos, poetas y escritores uruguayos, cambió el panorama intelectual de su país. Vilariño, quien también cofundó la revista Número y fue docente y traductora, aportaba con poesía de descripciones filosas y un ahorro de palabras que la volvía más potente.
No le gustaba promocionar su obra ni conceder entrevistas. Este halo de misterio se unía a su presencia hermética y a su intransigencia. Era militante de izquierda —durante la dictadura en Uruguay se las arregló como pudo viviendo en la playa— y así como escribió poemas para Vietnam o el Che Guevara, rechazó la beca Guggenheim para no recibir dinero de los estadounidenses.
Idea tuvo relaciones románticas con Manuel Claps, otro escritor, y se casó ya madura con el ensayista Jorge Liberati. Pero su más famoso romance lo sostuvo con el escritor Juan Carlos Onetti, tormentosa relación que se alargó por años y que incluso se mantuvo por un tiempo luego de que este se casara. Tras el término, a él le dedicó sus más famosas líneas de Ya no: “Ya no será/ ya no/ no viviremos juntos/ no criaré a tu hijo/ no coseré tu ropa/ no te tendré de noche/ no te besaré al irme/ nunca sabrás quién fui/ por qué me amaron otros”.
Idea Vilariño vivió una vejez solitaria. Murió a los ochenta y nueve años y a su funeral solo fueron una decena de personas.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas Latinas.