Teresita vivió su infancia entre escenarios, instrumentos musicales, cantos y ballet. Gran concertista de piano, oído absoluto y docente colombiana en la Universidad de Antioquia; a los pocos días de nacida fue adoptada por la familia Gómez, porteros y encargados del Palacio de Bellas Artes de Medellín, quienes la cuidaron y criaron junto a los artistas de la escuela.
Desde sus primeros años el piano la hipnotizó. Teresita observó cómo se dictaban las clases y aprendió a tocar de oído. A los cuatro ya había iniciado su formación pianística con las profesoras Marta Agudelo de Maya y Anna María Penella en el Instituto de Bellas Artes y con tan sólo diez, dio su primer concierto solista.
Sus estudio superiores de piano los realizó en la Universidad Nacional de Colombia con la pianista rusa Tatiana Goncharova y la alemana Hilde Adler entre 1959 y 1962. En la Universidad de Antioquía estudió con el colombo-holandés Harold Martina y en 1966 se graduó como Concertista y Maestra del piano summa cum laude.
Aún así, su tez negra siempre marcó la diferencia. A los niños de la cuadra no los dejaban jugar con ella. A los 15 le prohibieron entrar al colegio de monjas por su color e incluso, cuando años más tarde fue nombrada agregada cultural en Alemania Oriental por el presidente colombiano Belisario Betancur, el embajador en Berlín le preguntó si sabía leer y escribir.
Teresita fue integrante del Conjunto Colombiano de Música Contemporánea, del Trío Frank Preuss, y del Quinteto de Bogotá; ha sido pianista de la Ópera de Medellín y de la Ópera de Colombia. Como solista de la Orquesta Sinfónica de Colombia, estuvo a cargo del estreno mundial del segundo concierto para piano y orquesta, dedicado a a su país por el compositor italiano Carlo Jachino.
Su vida estuvo plagada de glorias y dolores. En los 90 su hijo más pequeño, Vladimir, murió “en extrañas circunstancias”, y una lesión en la mano la mantuvo alejada del piano durante tres años. Mientras se recuperaba lentamente y aprendía a mover de nuevo los dedos, daba clases y calmaba sus pesares con meditación.