La argentina Azucena Villaflor impulsó la asociación de las Madres de Plaza de Mayo, con el fin de protestar por la desaparición de sus familiares durante la dictadura militar de Videla.
Nació cuando su madre tenía 15 años. La crió su tía paterna, Magdalena, y el esposo de ésta, Alfonso. Pese a que quería seguir estudiando, al terminar la secundaria tuvo que comenzar a trabajar. Primero como obrera en una fábrica de vidrio y luego como telefonista en Siam. Vivió el surgimiento, apogeo y desarrollo del peronismo. En la empresa conoció al líder sindical Pedro De Vincenti, con quien se casó y tuvo cuatro hijos. El segundo de ellos, Néstor, estudiante de arquitectura y miembro de la Juventud Peronista, fue secuestrado junto a Raquel, su novia, en 1976.
Lo buscó seis meses incesantemente. Indignada por las vejaciones que sufría día a día en sus averiguaciones, se dio cuenta que habían muchas familias en su misma situación. Les propuso reunirse en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, para reclamar por la vida de sus seres queridos. La primera concentración se realizó el 30 de abril de 1977. Asistieron 14 mujeres.
Les advirtieron que no podían seguir juntándose en la Plaza; las mujeres comenzaron a caminar alrededor del lugar. La Armada decidió infiltrarse en el grupo. Bajo el seudónimo de Gustavo Niño, Alfredo Astiz participó de los encuentros en la Iglesia de la Santa Cruz y comandó el rapto de miembros de la organización. El sábado 10 de diciembre de 1977, Azucena salió de su casa. Dos autos le cerraron el paso. La golpearon y secuestraron. Estuvo en cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada junto con otros activistas por los DDHH, también con sus compañeras-madres. A los días la subieron a un avión y la arrojaron al mar.
Las corrientes arrastraron el cuerpo a la costa. La enterraron como “NN-masculino” en el cementerio, hasta que en 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense la identificó. Sus cenizas fueron enterradas en la Plaza donde tanto luchó.