La antropóloga y etnóloga franco-estadounidense fue sin duda la extranjera más cercana al pueblo selk’nam. Gracias a sus estudios y al tiempo que le dedicó a este pueblo originario es que contamos con mucha de la información recopilada sobre sus costumbres y creencias. Chapman además realizó importantes investigaciones sobre pueblos americanos como los tolupanes y lencas de Honduras
Sus investigaciones comenzaron en la década del 60’ en Francia, y en 1964 partió en una misión al sur de Chile dirigida por Claude Lévi-Strauss y bajo la invitación de una arqueóloga en la zona, Annette Laming-Emperaire, para estudiar las etnias australes que entonces se creían extintas. Aquí se encontró con personajes como Lola Kiepja, última chamán selk’nam, y Angela Loij. Pasó un tiempo con ellas, las grabó y fotografió, y así aprendió más sobre las ceremonias de su comunidad y sobre la lengua yagán. Basándose en esa experiencia escribió la publicación “Los selk’nam: la vida de los onas” (1986) y realizó el documental “Los Onas. Vida y muerte en Tierra del Fuego” (1977), entre otros proyectos.
Repartía los meses del año entre sus estadías en el extremo sur de Chile y Argentina, y luego se trasladaba a Honduras, México y finalmente pasaba algo del tiempo en su residencia en París. Chapman convivió por muchos años con dos de los principales pueblos indígenas de Honduras: los Lencas sobre el cual escribió “Los hijos del copal y la candela”, y los Tolupanes del que salió “Los hijos de la muerte; el universo mítico de los Tolupanes”.
Quienes trabajaron con ella destacan su capacidad de adentrarse en otras culturas a través de la cercanía, la confianza y el interés genuino por el otro. En el año 2005 Chapman recibió la Orden Gabriela Mistral, otorgada por el gobierno chileno al mérito docente y cultural. “No se puede conocer la cultura sin la visión femenina”, dijo la antropóloga a Rosario Mena en una entrevista concedida en 2008.