La primera persona de la que se tiene registro como autor de una obra literaria es Enheduanna, una poetisa arcadia cuyos escritos se denominan los himnos de los templos sumerios, los que fueron creados en el siglo 24 a.C.
Su padre, Sargón I de Acadia la nombró Suma Sacerdotisa debido a una estrategia política de gobernanza del sur, en la ciudad de Ur. Enheduanna fue la primera mujer en ocupar un cargo político-religioso en la historia sumeria. Si bien gobernaba en nombre del dios Naan (dios de la Luna) su pasión creativa la llevó a componer himnos en alabanza de la diosa de la guerra y el amor, Inanna, hija de Naan.
Las obras, escritas mediante la técnica cuneiforme sobre tablillas de arcilla, son copias del hechas alrededor del año 1800 a.C. que dan cuenta de 42 himnos ccompuestos en 153 versos de alabanza a la diosa y templos sumerios.
Sus escritos dan cuenta de las dificultades creativas de la poetisa en el uso de la palabra para componer hacia la divinidad, así como la crónica de su vida política donde narra la intención de Lugalanne, de removerla de su puesto de Suma Sacerdotisa, lo que la llevó a ser expulsada de la ciudad, para luego volver a ésta.
Entres sus himnos destacan “La exaltación de Innana”, versos traducidos recién en 1968, donde se compara a la diosa con el dios supremo del panteón mesopotámico, An, resaltando sus atributos divinos, para luego pedirle que interceda en su exilio.
Su existencia histórica recién se pudo demostrar más de 4 mil años después gracias al descubrimiento en 1927, el Disco de Enheduanna por el británico Leonard Wooley en el Templo de Nanna en Ur. En la pieza arqueológica, la poetisa aparece retratada al centro de la escena, junto a un mayordomo y un escriba, dando cuenta de su importancia política.