Nora K. Jemisin había escrito la mitad de una novela fantástica, cuando llamó a su editor y le dijo que no podría terminarla. Se le hacía doloroso descubrir tantos paralelos entre su novela apocalíptica y las persistentes injusticias raciales del mundo real. El editor le recomendó tomarse un descanso. Seis meses después, la escritura volvió a fluir y “La quinta estación” pudo llegar a sus lectores; el 2016 fue reconocida con el premio Hugo a la mejor novela, el más prestigioso en la ciencia ficción y el mismo que recibió el 2017 por su secuela, “The Obelisk Gate”.
Psicóloga y master en educación, empezó a escribir desde niña y recién a los 20 intentó publicar. Como no le fue bien, se inscribió en talleres literarios donde le recomendaron escribir cuentos para entrenarse y conseguir algo de reconocimiento. Este se volvió evidente en el 2009, con sus primeras nominaciones a los premios Hugo y Nebula por el cuento “Non-Zero Probabilities”, que reveló a personajes llenos de vida y una prosa rápida y graciosa que continuaría en sus novelas.
Para publicarlas consiguió a un agente y desarrolló un método de 18 pasos, que incluyen la escritura de cuentos para poner a prueba el mundo en proceso de invención, la reescritura del primer capítulo con diversos estilos o puntos de vista y la presentación de las primeras 100 páginas a su agente, cuyas opiniones son muy importantes para ella. Cuando la novela está terminada, pide ayuda para el título, en lo que dice ser muy mala: “Si sabes que tienes una debilidad, busca a gente inteligente que te ayude con ella”.
Publicó “Los cien mil reinos” en 2009, primera parte de una trilogía que completó el 2011, y la serie “Dreamblood” el 2012. Entonces empezó a recibir críticas de los Sad Puppies, un grupo de escritores que alegaba contra las novelas demasiado ideológicas y multiculturales, que en su opinión sacrificaban la diversión tradicional en la ciencia ficción. Casualmente, casi todos sus miembros eran hombres blancos y conservadores. La mejor respuesta a sus intentos por controlar la votación del premio Hugo, fue ganarlo el 2016 con “La quinta estación”.
La extraordinaria construcción del mundo novelístico de Jemisin empieza con la opresión, preguntando quién oprime a quién, qué gana con ello y a causa de qué temores. Los protagonistas son acechados por dioses o figuras míticas que representan sistemas de poder tan grandes, que la resistencia parece imposible. El triunfo no es nunca una fuga personal, sino la destrucción del sistema opresivo. “Como mujer negra, no tengo un interés particular en mantener el status quo. El status quo es dañino, el status quo es significativamente racista y sexista y un montón de otras cosas que pienso que deben cambiar”. Jemisin coopera en ese cambio desde sus libros, que ya están siendo adaptados a series de televisión: “Veo que no estoy sola en el aburrimiento con la Europa medieval y las naves espaciales de forma fálica”.