Fue el aviso oportuno de «la Corregidora» a los independentistas el que inició la guerra que, una década más tarde, proclamaría la independencia de México de la Corona española.
Huérfana desde niña, Josefa Ortiz fue adoptada por su hermana, a quien le preocupaba que se educara como una señorita: debía aprender a bordar y a cocinar. Entró a estudiar al Real Colegio de San Ignacio de Loyola en 1789, donde conoció a Miguel Domínguez, un treintañero que apadrinaba el colegio y que trabajaba en la Secretaría de la Real Audiencia. Se casaron en 1793 y juntos formaron una pareja destacada de la sociedad de Querétaro, donde Miguel fue nombrado corregidor alrededor de 1801.
La casa de los Domínguez se convirtió en epicentro de tertulias, que luego fueron convergiendo a la contingencia política, como los asuntos indígenas y la disconformidad con que solo los españoles, y no los criollos, pudieran detentar los puestos de gobierno. Desde que Napoleón invadió España en 1808 las reuniones pasaron a tener un carácter conspirativo contra el Virreinato español. Josefina fue testigo y parte de la Conjuración de Querétaro, que determinó que se alzarían en armas contra el virrey Francisco Javier Venegas el 1 de octubre de 1810. Sin embargo, su intención de alzarse fue descubierta, por lo que las autoridades comenzaron a apresar a los conspiradores. Josefina fue encerrada por su marido en su casa para protegerla, pero ella insistió en avisar al resto de que habían sido descubiertos. Con astucia, la mexicana logró que el mensaje le llegara al cura Hidalgo, quien continuó con los planes independentistas y el 16 de septiembre de 1810 llamó a los feligreses a que se levantaran contra Nueva España mediante el sonido de las campanas de la parroquia, el Grito de Dolores, el hecho histórico que inició la Guerra de Independencia de México.
Josefa se dedicó los años siguientes a difundir la causa antihispánica, por lo que fue enviada al Convento de Santa Teresa en 1814. Tras la súplica de su marido de que fuera liberada, pues estaba empobrecido y a cargo de once hijos, el virrey le concedió la libertad a Josefa.
En 1821 México logró su independencia, con Agustín de Iturbide autoproclamado como emperador, quien le ofreció a Josefa ser dama de honor de su esposa en la corte, pero ella rechazó la oferta por considerar que la instauración de un imperio era completamente contraria a los ideales que habían motivado el proceso de emancipación de España.
En sus últimos años Josefa se relacionó con grupos liberales radicales y se negó a recibir cualquier honor y recompensa por su participación en el proceso de la independencia de México.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas Latinas.