La pastora Juanita, como se conocía cariñosamente a Juana Albornoz, fue una dedicada defensora de los Derechos Humanos en Chile. Fue también la primera mujer en ser nombrada Capellana Evangélica en el Palacio de La Moneda.
Albornoz tenía la religión en la sangre: era nieta de pastores presbiterianos (que además eran aymaras) y sus padres fueron pastores pentecostales. Se hizo militante socialista siendo una adolescente, y después de seguir el camino de la fe, se dedicó a trabajar por los más sufrientes de la sociedad.
Durante la dictadura en Chile, Juana Albornoz defendió los Derechos Humanos; fue la única mujer firmante de la Carta Abierta, dirigida a Augusto Pinochet, que redactaron pastores y obispos y la Confraternidad Cristiana de Iglesias (de la que después fue presidenta). Publicada en 1986, ahí los miembros de la comunidad evangélica pedían el retorno a la democracia y la defensa del pueblo.
Albornoz siguió trabajando por los más desposeídos durante de la democracia, y por la unión de las diferentes iglesias evangélicas chilenas. Fue parte importante de las comisiones de trabajo para la Ley de Culto.
Fue en 2007 que la entonces presidenta Michelle Bachelet la convocó para el trabajo en La Moneda, lo que fue visto como un símbolo de progresismo y apertura en la Iglesia Evangélica local. Albornoz recordaba que el 65 por ciento de los miembros de la congregación evangélica eran mujeres, y eran ellas las que también lideraban las actividades sociales en sus comunidades; ella era una representante de esto.
Fue presidenta de Iglesia Misión Pentecostal Apostólica, y en sus últimos años de vida apoyó públicamente a la juventud que exigió más igualdad y justicia en los movimientos ciudadanos chilenos de 2019.
Juana Albornoz murió en mayo de 2021, y fue despedida con un minuto de silencio en el Congreso; además fue madre, abuela y bisabuela.