Esther Valdés fue una obrera corpiñera que tuvo una activa participación en el movimiento obrero de principios del siglo XX. Era la principal impulsora de la “Asociación de Costureras Protección, Ahorro y Defensa”, de la cual asumió como presidenta, y una férrea luchadora por los derechos y condiciones laborales de las mujeres.
Se desconoce el año de su nacimiento, aunque sí se sabe que era 1897 cuando empezó a trabajar de corpiñera -manufacturando corpiños- en una fábrica textil. Asimismo, se tiene registro de que asistió a Sociedades y Centros de Ilustración y que en 1905 fundó junto a Carmela Jeria La Arboleda, periódico bimensual donde se discutían los problemas de las operarias.
En dicho tiempo algunas organizaciones de trabajadoras, como la Asociación de Costureras, sostuvieron movilizaciones de carácter reivindicatorio que fueron apoyadas a través de la publicación de escritos en la prensa obrera feminista; el fin era claro: educar y comunicar la organización de las mujeres.
Esther criticó las condiciones de las fábricas y la visión de la mujer como mera productora en serie. La falta de regulación, las malas condiciones sanitarias y la evidente explotación eran los temas centrales de las demandas del sector. Inmersas en este panorama, las mujeres se veían expuestas a contraer problemas físicos, nutricionales y mentales.
Valdés acusó a los empresarios de vivir a expensas de sus faenas sin siquiera considerarlas como seres humanos. “El tesonero y honrado trabajo de la obrera no es considerado por el patrón como esfuerzo y colaboración (…), por el contrario, el trabajo de las obreras es considerado como una obligación y tributo que el pobre debe ofrecer a los ricos”.
En 1908, Esther Valdés fundó el periódico feminista La Palanca, medio oficial de la Asociación de Costureras y continuador de La Alborada, con el que buscaba proseguir la lucha obrera feminista. La Palanca duró poco y después de su desaparición no se volvió a saber nada de Esther.