Hace un año aproximadamente, Yusra Mardini nadó para salvar su vida, y la de 18 personas, apretujadas en una barcaza hecha para soportar a sólo seis, mientras iba de Turquía a Grecia tras huir de su natal Siria. Ahora nadará en los Juegos Olímpicos de Río, como parte del equipo de refugiados que por primera vez reunió el comité olímpico.
Mardini nació en Damasco hace 18 años; su papá era entrenador de nado, así que prácticamente se crió en el agua, y recibió apoyo como deportista en su país. Pero cuando tenía 13 años explotó la guerra y todo cambió para siempre, y hasta hoy, en Siria. El año pasado, Mardini y su hermana hicieron la larga y peligrosa odisea que lleva a los habitantes de su país a buscar refugio en Europa, con Alemania como la tierra prometida. Junto a unos familiares, huyeron de Damasco al Líbano y de ahí a Estambul y luego a Izmir, donde debían tomar un bote a Grecia. Claro que había una multitud esperando poder escapar como ellas. Cuando finalmente lograron subir a un bote, los devolvió la policía; en el segundo intento, la precaria embarcación avanzó, para luego quedar varada en la mitad del mar. Fue Yusra Mardini, junto a su hermana y dos hombres, quienes se tiraron al agua congelada, y por tres horas y media nadaron y empujaron y lograron llegar a la otra orilla.
Aunque después quedaba aún un largo camino: durmiendo en campos e inglesias, siendo rechazados por los locales -aunque a veces también le regalaron algo de ropa-, hasta llegar, entre a pie o bus, a Macedonia y luego a Hungría, para terminar en un campo de refugiados en Berlín, durmiendo con seis personas más en una carpa. Luego vino el largo proceso de papeleo para poder estar legal en el país.
Un traductor del campo la contactó con un entrenador de un centro de nado cercano, el WasserfreundeSpandau, construido por los nazis para las Olimpiadas del 36. Ahí, el entrenador Sven Spannekrebs la probó, y se impresionó de la buena base de la deportista; el cuerpo estaba fuera de forma por comer McDonalds por meses y la larga travesía, pero había con qué trabajar.
El sueño eran las Olimpiadas de 2020; pero Yusra Mardini quedó seleccionada en este inédito equipo de refugiados que desfilará bajo la bandera olímpica; hay deportistas de Siria, Afganistán e Irak. No espera una medalla, porque aunque entrena más de dos horas al día en la piscina y otras diez fuera de ella, todavía tiene mucho camino por recuperar.
Esto será una batalla contra sus propios tiempos, una meta personal. Si alguien puede ganar, contra lo que sea, es ella.
Foto: NPR