Fue una militar chilena, sargento segundo y cantinera del Ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico. Su nombre ha vuelto a la noticia por la calle -cercana a Plaza Italia y bautizada en su honor- pero pocos recuerdan quién fue. Nació en el barrio La Chimba, hija mayor de cuatro hermanos, su padre murió cuando ella todavía era niña y se trasladaron a vivir a Valparaíso donde aprendió el oficio de costurera. Cuando tenía 12 años su madre la dio en matrimonio a un hombre mayor que murió antes de cumplir un año de casados. Adolescente y viuda en 1877 partió a instalarse en Antofagasta y trabajó de tabernera. Ahí conoció a Santiago Pizarro, su segundo marido, un músico chileno que tras una pelea callejera donde asesinó a un soldado boliviano, fue detenido y posteriormente fusilado. Este hecho habría motivado en Irene un deseo de venganza contra los bolivianos que la llevó a unirse al ejército chileno en plena guerra del Pacífico.
El 14 de febrero de 1879 se produjo el desembarco de las tropas chilenas en Antofagasta. Morales intentó ser reclutada en el ejército disfrazada de hombre, pero fue descubierta y enviada como cantinera al regimiento Tercero de Línea. Participó, con fusil en mano, en el desembarco de Pisagua y el combate de Dolores, y una vez terminada la batalla se preocupó de la atención de los enfermos y heridos. Al oír sobre su valentía, el general Manuel Baquedano la autorizó oficialmente para que vistiera el uniforme de cantinera y al mismo tiempo le otorgó el grado de sargento. Combatió en la batalla de Tarapacá y en la batalla del Campo de la Alianza, donde fue levemente herida. También participó en el asalto al morro de Arica. En 1883 durante la ocupación de Lima, se casó con el cabo Alfredo Cisternas.
Después de la guerra, no obtuvo reconocimientos formales por parte del Estado. Regresó a Santiago, donde falleció de pulmonía en el más absoluto anonimato y pobreza en el Hospital San Borja. Recién en 1930, a 40 años de su muerte, el coronel Enrique Phillips le dedicó un artículo de reconocimiento publicado en El Mercurio donde señaló: “Las Judith de Chile, fueron muchas en esa gloriosa jornada, pero ninguna superó en valor a Irene Morales, el tipo de la mujer chilena”.