Sus pinturas se caracterizan por su fuerte compromiso con los problemas sociales y políticos. Fue una artista fundamental que participó activamente en la transformació cultural de los años 60 y 70 del país. Gracias Barrios, grupo Signo y reconocida con el Premio Nacional de Artes Plásticas, murió el pasado jueves a sus 93 años dejando su legado inscrito en la historia del arte chileno.
Creció en una familia de artistas, su padre fue el escritor Eduardo Barrios (Premio Nacional de Literatura) y su madre la pianista Carmen Rivadeneira. Desde niña tuvo clases de pintura y asistió al vespertino de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde continuó estudiando su carrera. Luego en 1953, siguió ahí como ayudante en el taller de dibujo de Carlos Pedraza.
Luego, asumió otros cargo de docente hasta 1973, que se exilió en Francia junto a su marido e hija por diez años donde continúo con su obra y fue parte Brigada Pablo Neruda. Al regresar a Chile, retomó la docencia como profesora de la Universidad Católica y Finis Terrae.
Perteneció al Grupo Signo, que se propuso experimentar un arte informalista que rompiera con la representación figurativa, dándole mayor protagonismo a la técnica y materiales de las obras. La misma Gracia Barrios definió su estilo como “realismo informal”, pintando con óleo y acrílico y también experimentando con tierra y arcilla para darle mayor densidad a sus obras.
Sus telas formaron parte de museos nacionales e internacionales, como el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, Arte Contemporáneo de Barcelona o el de Bellas Artes de El Havre, entre otros. El 2011 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas, donde se reconoció su extensa trayectoria.
Casada José Balmes en 1952, fueron una pareja unida por el arte y que siempre trabajaron juntos en el taller que compartieron en su casa de Ñuñoa. Cada uno trabajaba en su espacio, Gracia escuchaba música clásica y el pintor fútbol o noticias, y al medio del taller tenían una mesa donde se juntaban a tomar té. Se conocieron muy jóvenes, y no se separaron nunca más.
Sus últimos seis años había dejado de pintar por el alzaheimer. La artista será recordada por ser consecuente y luchadora, a través de obras que hablan de la memoria, el territorio y la condición humana. Su única hija, la también pintora Concepción Balmes, formarán una colección de sus obras y proyectan la creación de una fundación que conserve y dé a conocer su legado.
Crédito fotos: Museo de la Solidaridad Salvador Allende