¿Qué te gusta, qué sientes, qué opinas acerca del las relaciones sexuales y el orgasmo? La estadounidense/alemana Shere Hite, pionera de la investigación sobre la sexualidad femenina, fue la primera en hacerle estas preguntas a las mujeres.
Nació en Missouri, Estados Unidos, en la zona del “Cinturón de la Biblia”. Hija de madre soltera, la criaron sus abuelos maternos bajo el alero de una familia cristiana fundamentalista. Aunque a los 12 años se mudó con una tía a Miami.
Estudió Historia en la Universidad de Florida, luego viajó a Nueva York para doctorarse en Historia Social en la Universidad de Columbia. Trabajó como modelo para costear su educación. Hasta que en un encargo de máquinas de escribir Olivetti, apareció en el anuncio como secretaria sexy junto a la frase: “Una máquina de escribir tan inteligente que ella no tiene que serlo”. Esto marcó el inició de su trayectoria como activista feminista: “Había llegado al máximo de lo que nadie puede soportar”.
Miembros de la Organización Nacional de Mujeres (NOW) se concentraron afuera de las oficinas de la empresa para manifestarse. Ella se unió. Empezó a participar de las reuniones de NOW. Decidió investigar sobre la sexualidad y el orgasmo femenino.
Durante cuatro años entregó cuestionarios sobre relaciones afectivas y sexuales, la masturbación y el orgasmo. De forma anónima fueron contestados por más de 3000 mujeres. Con las respuestas, en 1976 publicó “El informe Hite. Estudio de la sexualidad femenina”. Fue una verdadera revolución, que vendió millones de copias: hasta entonces nadie había puesto por escrito y tan públicamente, que las mujeres no necesitan de un hombre, por ejemplo, para llegar al orgasmo.
Grupos extremistas de derecha la acusaron de odiar a los hombres. Pese a las críticas, siguió indagando sobre el tema. Escribió “El Informe Hite sobre hombres y sexualidad masculina” (1981), “Mujeres y amor: una revolución cultural en progreso” (1987), ayudando a desmitificar lo que sucedía en las habitaciones de las parejas.
La persecución mediática continuó, incluso la amenazaron de muerte. Emigró a Europa. Renunció a su ciudadanía estadounidense y se nacionalizó alemana; el resto de su vida la vivió en el viejo continente.