Consuelo Rodríguez fue la última guerrillera/gallega antifranquista. Además de estar en varias ocasiones en la cárcel, la Chelo -como la conocían en su papel con la guerrilla- vio morir a casi toda su familia y resistió hasta que pudo el régimen franquista en los montes gallegos.
Hija de Domingo Rodríguez y Amalia López, Consuelo nació en 1919 en Soulecín, ayuntamiento de O Barco, en una familia numerosa y de convenciones progresistas. Sin embargo, la pasividad de los días se vería truncada a sus 17 años.
La represalia franquista contra su familia empezó después de que uno de sus hermanos se uniera al Ejército Popular de la República (EPR). Esto motivó el encarcelamiento del padre y otro de sus hermanos, quienes estuvieron seis meses recluidos en la prisión de O Barco. Tres años después, su padre y madre serían fusilados en Soulecín. Cuatro de sus cinco hermanos murieron en combate al igual que su compañero, el guerrillero Arcadio Ríos. Tanto sus hermanos como Ríos habían huido al monte para apoyar la resistencia cuando cayeron ante las fuerzas franquistas. Sólo tres de los nueve integrantes de su familia sobrevivieron.
El compromiso antifranquista de la Chelo comenzó en 1939, cuando -junto a su hermana Antonia- inició su trabajo como enlace con la guerrilla, siendo detenida en tres ocasiones y pasando por diferentes establecimientos penitenciarios. Como resultado de la persecución, se vio obligada, como tantos otros enlaces, a pasar a la clandestinidad, residiendo en la ciudad de Sa Selva y participando en los grandes hitos de los últimos años de la Federación de Guerrillas de Galicia y León.
Consuelo Rodríguez se exilió en Francia -“Ya han sido demasiadas muertes entre los míos, no aguanto más“- donde murió a los 99 años como la última integrante de la guerrilla galaico leonesa y una de las mujeres de biografía más dura. En una de sus últimas apariciones señaló que “No éramos bandoleros ni asesinos, luchábamos de verdad por la libertad del pueblo español“.