Clarisa Peredo Hernandez fue profesora rural del norte chico de Chile, que se comprometió con la enseñanza de lo más necesitados. Vivió por más de 40 años en el pueblo de Cachiyuyo, y fue clave en el desarrollo de un lugar con identidad y sentido de pertenencia para las familias de pirquineros, pastores y leñadores de algarrobilla. Fue convencida de que la educación cambia las vidas de las personas mejorando su situación socioeconómica y calidad de vida.
Oriunda de Calpún, ubicado en la VII región, llegó al pueblo de Cachiyuyo que para ese entonces no tenía luz ni agua potable. Se instaló en la humilde escuela Nº34 (posteriormente Gnº73) para enseñarle a leer y escribir a niños de escasos recursos. Su labor transcenció de lo educativo, y se preocupó de que cada integrante de la comunidad se sintiera valioso, aportando en el desarrollo del pueblo.
En sus estudios Curicó conoció organizaciones filantrópicas, y les escribió para pedirles apoyo para su escuela. Días después llegó una camioneta del Club de Leones de Vallenar llena de artículos escolares, y desde entonces comenzó una relación con la institución por años. Otra iniciativa fue ir hasta la construcción del Observatorio de la Silla, a unos 15 km hacia la cordillera, para conseguir que llevasen a Cachiyuyo sus maquinarias con el fin de aplanar el sector, y así instalar las primeras viviendas sociales que otorgaba la Corvi a 8 familias de la comunidad, otra relación que continuaría por décadas bajo las distintas administraciones con el observatorio la Silla.
Los proyectos de “La Señorita” no paraban. Logró la construcción de la posta rural y el jardín infantil “Motitas del Desierto”, y creó el centro de madres “Águilas del Desierto” donde bordaron los sacos harineros que se lucían como mantelería en las casas, y un club de adultos mayores, el cual ella también integraba, pero jamás se consideró anciana.
Clarisa tenía un temple que no le permitía arredrarse ante las dificultades, sino más bien, crecía ante los desafíos. La educadora murió el 2003 a sus 73 años, rodeada por sus ex alumnas, a quienes le dejó la tarea de continuar luchando por su pueblo.
Colaboración por Bernardita Cuellar.