Zelia Nuttall fue una arqueóloga y antropóloga estadounidense que se dedicó a estudiar los vestigios de las civilizaciones mesoamericanas, redefiniendo la identidad de estos pueblos más allá de los estereotipos.
Zelia nació en Estados Unidos, de una madre era de origen mexicano; la historia y literatura de estos pueblos la acompañó en su infancia. Su educación y formación se dio en diversos países, estudió arqueología, lingüística y etnología en Francia, Alemania, Inglaterra e Italia. Se casó con un explorador y antropólogo francés; el matrimonio terminó en divorcio y con Zelia a cargo de su única hija, la que la acompañó a su primer viaje a México.
Su trabajo fue fundamental en la desmitificación de los estereotipos que relacionan a los pueblos indígenas como salvajes o sanguinarios. En su visita a México trabajó durante cinco meses en el Museo Nacional de Historia. Su investigación “Las cabezas de terracota de Teotihuacán” fue publicada en el Journal American Archaeology, lo que atrajo la mirada del mundo científico. Fue nombrada asistente especial honoraria en el departamento de arqueología mexicana en el Peabody Museum de Harvard.
En Europa la arqueóloga accedió a una serie de códices y textos sagrados prehispánicos que habían sido obtenidos en México. Su manejo de lenguas y trabajo permitió rescatar esos manuscritos, los que fueron publicados como el Códice Nuttall, o también llamado “Los principios fundamentales de las civilizaciones del Nuevo y Viejo Mundo”. Las escrituras permitieron tener más claridad y conocimiento de las civilizaciones mesoamericanas.
Zelia se instaló a vivir en México con su hija. Casi al final de su vida, siguió defendiendo que la cultura originaria se celebrara, proponiendo que el país festejara el año nuevo a la usanza mesoamericana, no sólo con el calendario español occidental. En 1928, México celebró por primera vez desde 1519 el Año Nuevo Azteca.