En 2005 Paulina del Río regresaba de un viaje. Al pisar Chile, la pérdida de su hijo mayor removió su mundo. Tras varios intentos de suicidio y un duro proceso de salud mental, José Ignacio, de 20 años, se quitó la vida.
La forma en la que Paulina veía el mundo se desmoronó, al igual que su familia. Así comenzó un luto que la sumergió en la soledad, culpa y depresión. Un par de años después de la muerte de José Ignacio, decidió apoyarse en un grupo de madres que habían vivido su misma experiencia.
Paralelamente, a través de internet, Paulina comenzó a sumarse a blogs y páginas web donde jóvenes buscaban métodos para atentar contra sus vidas. Allí impulsó su red de apoyo para miles de adolescentes más allá de cualquier frontera. Ante la gran cantidad de vivencias que a diario conocía, Paulina decidió adquirir mayores herramientas para ayudar de manera efectiva, por lo que comenzó a formarse en esta temática y dar el puntapié a su cruzada por la salud mental.
Actualmente Paulina lidera la Fundación José Ignacio, institución que creó para informar y sensibilizar acerca del suicidio infanto-juvenil, ofreciendo actividades de prevención; acompañamiento a niños y jóvenes con ideación suicida y apoyo a las familias que llevan un duelo. Además, en estos 13 años, la fundación ha buscado ampliar sus horizontes de acción al capacitar a personas, instituciones académicas y ONG para salvar la vida de niños, niñas y adolescentes.
De esta forma Paulina buscó darle un sentido a la muerte de su hijo e impulsar un propósito que a diario la motiva a seguir ampliando las redes de apoyo para entregar nuevas oportunidades, aportando desde el no juicio, la escucha y el amor. Por su acción en 2019 fue reconocida con el Premio Mujer Impacta.