Banco comunal: Las Pincoyas, Castro
Paula Huerque se enteró de Fondo Esperanza en 2014. Tras varios emprendimientos en que ha aprendido de sus aptitudes y de sus errores, le dio forma a Apis de mi tierra, un negocio ligado a la apicultura que provee de miel y otros derivados a Chiloé.
Paula recuerda que cuando se enteró del sistema de crédito de los bancos comunales tuvo dudas: “En ese tiempo Fondo Esperanza no era tan conocido acá, entonces una era un poco incrédula con la situación. Después de un par de reuniones con los integrantes de mi banco Las Pincoyas, nació la confianza y mis ideas fueron agarrando camino gracias a las capacitaciones y reuniones”.
Estudió para ser paramédica, profesión que ejerció hasta que vino la maternidad, y lo que fue el rubro de su exmarido se transformó en su nuevo emprendimiento. “Lo mío era hobby hasta que tuve que estar en la casa. Dejé todo por criar y empecé a vivir del campo”, explica sobre los inicios de su negocio, que ya no se limita a la miel en su formato básico. Paula hoy es dueña de máquinas que le permitieron expandirse a la cosmética de apicultura y tener una línea de productos gourmet.
Fue también la maternidad la que la llevó a innovar: “Las mujeres tenemos muchos cambios en el embarazo. Llegué a pesar casi 120 kilos, me sentía muy insegura con mi cuerpo. Me mandé a hacer un disfraz, un corpóreo de esponja con forma de abeja, con el que fui a vender en las calles. Eso me fue dando cierta seguridad. Me empezaron a reconocer en las calles de Chiloé, me invitaron a una serie de ferias y me fui haciendo un nombre”.
Paula tuvo que enfrentar cambios en su vida personal por la pandemia, que la llevaron a pensar cómo hacer sostenible su trabajo en la miel. “Hoy estoy en una asociación de más de cincuenta apicultores, tengo clases online e incluso viajo a Puerto Montt para seguir capacitándome. Eso hace que vayas viendo tu emprendimiento con altura de miras”, dice.
Una de las lecciones de este proceso es que se debe ser consciente de los desafíos del negocio, de la vida, pero también saber identificar los talentos propios. “Me he dado cuenta que no todo el mundo tiene la garra para enfrentar los obstáculos. Por suerte, hay instituciones como Fondo Esperanza donde te van preparando desde lo más técnico, pero también desde la experiencia. Cuando estás en grupo te das cuenta que hay que aprender a reconocer aquellas cosas para las que somos buenas”.