Esta cineasta japonesa es la persona más joven en ganar el Premio Cámara de Oro en el Festival de Cannes por su película Moe No Susaku, que sigue la disolución de una pequeña familia rural. Sus películas nacen del propio abandono de sus padres, con temáticas en torno a la vida íntima, lo doméstico, la búsqueda de los orígenes y la identidad.
Naomi Kawase es una destacada cineasta que si bien no es conocida a niveles masivos, tiene una obra de suma importancia, pues ha colocado a las películas niponas en un lugar de excelencia y prestigio en el cine de autor contemporáneo.
El cine no fue siempre lo suyo; era basquetbolista profesional, y dice que tuvo una epifanía que le dijo que eso era lo que tenía que hacer, pues era la forma de crear una herencia sobre su propia experiencia con su origen. Abandonada por sus padres, su familia adoptiva -su tía abuela-, se convirtió en la temática que le dio inicio a su carrera audiovisual. Así creó tres documentales que abordan el tema de crecer sin padres: Embracing, donde habla de la búsqueda de su papá; Katsumori que se centra en su tía abuela y la figura materna; y Tarachime donde filmó su propio embarazo y parto.
Nacida y criada en Nara, Japón, se graduó de Artes Visuales en Osaka en 1989. Sus estudios fotográficos la ayudaron a crear un estilo que mezcla la ficción con un acercamiento documental, donde muchas veces hay una búsqueda sobre su propio origen, mediante la historia familiar y la identidad. Generalmente aborda a la sociedad japonesa moderna a través de individuos de menor status cultural, de manera de desafiar las representaciones de la mujer en la industria japonesa del cine dominada por los hombres. Esto es parte de su propia reflexión sobre temáticas contemporáneas respecto al actual clima de la depresión económica que se ve reflejada en la baja de nacimientos, alienación y el colapso de las estructuras familiares tradicionales.
Los protagonistas de sus películas son actores amateurs, generalmente amigos o familia, de manera de proponer la relación del director con el sujeto como una forma de reflexionar sobre sus propios pensamientos y emociones en su trabajo. A través de una mirada a la idiosincrasia crea realidades sociales domésticas y auténticas que se relacionan mucho con una visualidad de corte femenino.
El Festival de Cannes ha sido su carta de entrada al mundo cinematográfico. En 1997 fue la cineasta más joven permiada con el Premio Cámara de Oro por su película Moe no Suzaku. En 2007 ganó el Grand Prix del festival con su película Mogari no Mori, para luego convertirse en jurado del certamen en 2013 y luego el año pasado ser la presidente del jurado de Cinefondation, una sección para cineastas aspirantes dentro del mismo festival.
Hoy Naomi comparte su tiempo entre la realización y producción de sus películas con su vida en el campo donde cultiva arroz y vegetales, pues es ejemplo de una vida que transcurre despacio, lo que sin duda se refleja en la poesía de su cine.