Considerada como uno de los personajes más importantes de la historia moderna de Corea, Na Hye-seok fue artista, poetisa, novelista, ensayista y una de las pioneras del feminismo coreano, exigiendo cambios para su sociedad de manera muy anticipada para sus tiempos. Nacida en 1896 en una familia adinerada, fue enviada durante su juventud a estudiar arte a Japón. En Tokio aprendió sobre pintura y allí se convirtió en la primera mujer en estudiar Bellas artes. Luego de retornar a su país, se desempeñó como profesora y perfeccionó sus habilidades en técnicas de pintura occidental.
Pese a su estadía en Japón, en 1919 participó en una marcha por la independencia de Corea, por la que fue encarcelada (siendo una de las primeras mujeres en protestar contra el colonialismo), pero liberada a los pocos meses. El abogado que su familia contrató para que la absolvieran, Kim U-yeong, se convirtió al poco tiempo en su marido.
A fines de los años 20 viajaron juntos a Estados Unidos y luego a Europa. En París, Na continuó estudiando pintura y allí conoció a otro coreano 20 años mayor que ella con quien tuvo un affair. Esto generó todo un escándalo que le significó que su marido le pidiera el divorcio, así como perder la custodia de sus hijos. Este fue el puntapié inicial que la llevó a expresarse a favor de los derechos de las mujeres.
Decía que los hombres coreanos, incluido su marido, no enfrentan una condena social ni vergüenza por su vida sexual fuera del matrimonio, mientras que las mujeres eran sujeto de este doble estándar. Pero ella no solo hablaba de esto públicamente porque había sido una víctima, sino que fue una constante durante toda su vida adulta. Contrario a las reglas, puso en tela de juicio las tradiciones familiares y habló francamente sobre los efectos debilitantes que el matrimonio, el embarazo e, incluso, la crianza de los niños tenía sobre las mujeres, escribiendo constantemente sobre la necesidad de las coreanas de liberarse a través de la educación y otras oportunidades.
Lamentablemente la sociedad coreana no estaba lista para sus ideas y hacia el final de su vida fue aislada y murió de manera solitaria en 1948.