La senadora filipina Leila de Lima se encuentra tras las rejas, encarcelada desde febrero de 2017. Su crimen no es por corrupción, simplemente, es por alzar la voz, dentro de uno de los regímenes más fieros que se viven en el mundo hoy, el del presidente Rodrigo Duterte. Este es famoso por liderar una purga de droga en su país que ha terminado matando a más de 8 mil personas desde agosto de 2016, muchas veces sin justificación. Leila de Lima pidió una investigación al respecto, terminó encarcelada, con tres dudosos cargos de tráfico de droga que ella por supuesto niega. Tras las rejas, ha seguido trabajando y se ha convertido en el símbolo de la oposición a Duterte.
Nacida en Iriga, en Filipinas, esta abogada ha trabajado toda su carrera por la justicia en su país, en distintas administraciones políticas. En 2008 fue nombrada a la cabeza de la Comisión de Derechos Humanos en Filipinas, puesto que dejó en 2010 para convertirse en Secretaria del Departamento de Justicia. En 2016, se convirtió en Senadora.
Fue en 2009 cuando por primera vez su camino se cruzó con el del futuro presidente; Duterte era alcalde en Davao, lugar donde apareció una especie de escuadrón de la muerte que perseguía a narcotraficantes. Leila de Lima encaró a Duterte en una audiencia oficial, preguntándole qué haría con estas matanzas en su distrito. Tras el ascenso de Duterte a la presidencia en 2016, y la inmediata matanza indiscriminada de filipinos-sin pruebas ni investigaciones-, De Lima alzó la voz. Y de inmediato el mandatario la definió como enemiga; pronto filtró información sobre un romance de la senadora con su guardaespaldas (ella es divorciada).
Luego vino su arresto por cargos en relación a drogas, que ella niega, con el apoyo de la comunidad internacional que ve en la prisión de Leila un atropello a los derechos humanos y persecución política; el Parlamento Europeo ha pedido su liberación, y Aministía Internacional dice que las acusaciones son completas fabricaciones. Por mientras Leila de Lima sigue incansable tras las rejas, y cuando no tiene acceso a internet o teléfonos, cada mañana recibe noticias impresas y mensajes de apoyo, lo mismo que documentos de su trabajo como Senadora, manteniéndose al tanto y dando su opinión sobre lo que sucede en el país, ya que no se le permite votar en el congreso. Ha dicho que si aparece muerta en su celda, que el mundo sepa que no es por suicidio.