“Cuando tenía diez años, después de ver a mi padre, yo ya estaba segura de que quería ser una cazadora de águilas”. En un mundo donde la cetrería es un deporte netamente masculino, una niña de 13 años, Nurgaiv Aishlopan desafía una tradición de dos mil años, convirtiéndose en la primera mujer de su tribu en aprender a cazar con águilas doradas.
En las altas montañas de Mongolia, donde en invierno la temperatura baja cerca de los -40 grados vive la cultura Kazakh. Su principal tradición, que ayuda a quienes cuidan del ganado a obtener alimento, es la cacería usando águila doradas. Esta práctica se ha mantenido de generación en generación, donde los cazadores toman un águila hembra desde su nido, antes de que sepa volar, la entrenan durante 4 meses y luego durante 7 años trabajan con el águila para cazar zorros y pequeños mamíferos, como parte de la subsistencia en estas tierras. Luego de este tiempo el águila es liberada para que se reproduzca naturalmente.
El arte de la cetrería está profundamente arraigada en los Kazah y su forma de vida, siendo una práctica sólo realizada por hombres que implica días de caminata en bajas temperaturas, por acantilados rocosos en busca del lugar ideal para soltar al águila y que ésta pueda cazar.
A Nurgaiv Aishlopan no le fue fácil convencer a una comunidad profundamente arraigada a sus tradiciones, y que ella con sólo 10 años también podía ser fuerte y valiente como un niño de su edad. Fue así que su continuo interés por el águila dorada de su padre y su excepcional forma de cuidarla, hicieron que su propio padre se interesara por convertirla en su discípula, aunque eso significara ir en contra de la tradición.
Así esta niña, desafió el ambiente masculino de la cetrería y se convirtió en la primera mujer y ganadora del Festival del Águila Dorada en 2014, que se celebró en la región.
El camino que sigue Nurgaiv con su águila, White Wings, para llegar a este festival está en el documental “The EagleHuntress “ que es relatado por la siempre linda Daisey Ridley.