Defensora de los Derechos Humanos y la libertad de todas y todos, este año le otorgaron a Narges Mohammadi el Premio Nobel de la Paz por su “lucha contra la opresión de las mujeres en Irán”. La activista recibió el reconocimiento desde la prisión de Teherán donde está cumpliendo su más reciente condena. En esta oportunidad fue acusada de “difundir propaganda contra el Estado”.
En 1998 la detuvieron por primera vez, tenía 26 años. Estudiaba física e ingeniería en la Universidad Internacional de Qazvin y escribía artículos apoyando los derechos de las mujeres en el periódico estudiantil. Su objetivo era luchar contra la tiranía religiosa, que junto con la tradición y las costumbres sociales reprimían a las mujeres.
Con 31 años se integró al Centro de Defensores de los Derechos Humanos en Irán, cofundado por la también premio Nobel de la Paz iraní, Shirin Ebadi. Luego se convirtió en vicepresidenta de la organización. Abogó por la democracia, las elecciones libres y la abolición de la pena de muerte en su país. Detenida en más de una ocasión, las torturas le provocaron una enfermedad parecida a la epilepsia, una afección al corazón y otra a los pulmones.
Cuando su marido, el activista político Taghi Rahmani, quien estuvo 14 años en prisión, se exilió en Francia con sus dos hijos ella decidió quedarse para seguir luchando en Irán. Arrestada en 13 ocasiones y condenada a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos, desde la cárcel sigue condenando y haciendo pública la violencia sistémica que sufren las mujeres, tanto fuera como dentro de las celdas.
A sus 51 años ha recibido varios galardones internacionales, como el Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia y el Premio Mundial de la Libertad de Prensa de las Naciones Unidas. Pese a que organizaciones internacionales han denunciado que Narges continúa siendo torturada y que no recibe el tratamiento médico que necesita por sus problemas de salud, el Gobierno iraní se niega a liberarla.