Tenía diez años cuando, en un viaje familiar, se contagió de polio. Marilyn Saviola aún no había sido vacunada -la medicina era reciente-, y la enfermedad la dejó cuadripléjica, confinada a una silla de ruedas de por vida. Ella convertiría su condición en una misión, trabajando por visibilizar la discapacidad, así como mejorar las condiciones de vida e independencia para quienes viven en silla de ruedas.
Tras su diagnóstico la joven pasó un tiempo en el hospital -era de las pocas que logró sobrevivir- y luego estuvo en una institución llamada Goldwater que entregaba cuidados de largo plazo a personas con discapacidad. Cuando regresó a vivir a su hogar con sus padres en el Bronx, Nueva York, las escaleras se hacían cada vez más difíciles para su desplazamiento a medida en que crecía. Eventualmente volvió a Goldwater donde gracias a tutores logró graduarse y entrar a la universidad de Long Island. En un principio escuchaba las clases por teleconferencia y luego empezó a ir, pero era imposible para una persona sola en silla de ruedas acceder a la mayoría de los lugares. Obtuvo en 1979 su título de sicóloga y luego hizo un máster en rehabilitación en NYU.
Y se puso manos a la obra: en ese momento poco y nada se hablaba de discapacidad y acceso. Marilyn comenzó a armar grupos que llamaran la atención sobre esta problemática. Ella misma se quiso ir a vivir sola y lo hizo en 1973. Fue por quince años directora ejecutiva del Centro por la Independencia de los Discapacitados en Nueva York. Su trabajo de las cuatro décadas siguientes la hizo convertirse en un ícono, que batalló para que las personas con problemas de movilidad pudieran tener independencia en el transporte -con protestas masivas de sillas de ruedas al frente de buses-, en el acceso a lugares públicos y atenciones más específicas, como contar con cuidadores cuando no se puede vestir solo.
Se convirtió en la líder de distintas organizaciones, incluida Independence Care System, donde fue vicepresidenta por veinte años, donde puso especial atención en las mujeres y su acceso a salud ginecológica. Murió a los 74 años.