La marquesa de Châtelet tradujo al francés “Los Principios de Newton”, una obra inmensa de figuras y demostraciones geométricas. Además divulgó los conceptos del cálculo diferencial e integral en su libro “Las instituciones de la física”, obra publicada en 1740. Gabrielle pertenecía a la alta aristocracia y siempre se interesó en los hallazgos científicos, nació en Saint-Jean-en-Greve, Francia, durante el reinado de Luis XIV. Los Breteuil hicieron fortuna y Émilie accedió a una educación atípica para su época. A los diez años ya había estudiado matemáticas y metafísica; a los doce hablaba inglés, italiano, español y alemán y traducía textos en latín y griego como los de Aristóteles y Virgilio. Estudió las relaciones entre metafísica y ciencia, y desarrolló el pensamiento cartesiano. A los diecinueve años se casó con Florent Claude con quien tuvo tres hijos. Además de los estudios, siempre le encantó la vida de corte de Versalles, participando activamente de fiestas, la ópera y las representaciones teatrales.
En 1734 Voltaire se alejó de París, para huir de la justicia y se refugió en un castillo propiedad del marqués de Châtelet. Émilie decidió ir a vivir con él y fueron pareja intelectual y afectiva durante muchos años, y íntimos amigos hasta el final de sus días. Juntos formaron una biblioteca de más de diez mil volúmenes. Su extensa investigación sobre el fuego y su propagación fue la primera publicación, que le significó reconocimiento. Luego escribió “Las instituciones de la física”, obra en tres volúmenes publicada en 1740 que contiene un capítulo sobre cálculo infinitesimal, escrito para que su hijo pudiese comprender la física. La marquesa de Châtelet estudió a Descartes, Leibniz y Newton. Fue capaz de ver lo positivo de cada uno de ellos e intentó construir una teoría unificada que causó mucha polémica. También desarrolló un “Discurso sobre la felicidad”, en el que opinaba que la felicidad se conseguía con buena salud y con estudio, marcándose metas y luchando por ellas. Terminó la traducción sobre los “Principios de Newton” el misma día de su muerte, cuando dio a luz a un cuarto hijo –qué también murió días después. La obra se publicó en 1759, diez años después, con un elogioso prólogo de Voltaire, y sigue reimprimiéndose hasta la actualidad. En su nombre se han bautizado un asteroide y a un cráter de Venus. También hay obras de teatro y una ópera con su historia.