El éxito comenzó con el arduo trabajo de esta mujer y un viaje de poco más 180 kilómetros entre Mannheim y Pforzheim, en Alemania. Bertha Benz iba a bordo del vehículo Benz Patent-Motorwagen; corría 1888 y este era el prototipo que había fabricado su marido, Karl, con la ayuda de su patrimonio económico. Se trataba del primer viaje de larga distancia en un automóvil a motor y se transformó en uno de los grandes hitos de la historia.
Hija de un padre carpintero que logró amasar una gran fortuna, Bertha entró a estudiar al colegio a los 9 años, contrario a las costumbres de la época para las señoritas de la alta sociedad. De gran atractivo y carisma, no faltaron los hombres que buscaron pretenderla, pero ella estaba para otras cosas: siendo muy joven invirtió parte de su patrimonio en una empresa constructora de hierro; fue ahí donde conoció a Karl, quien daba sus primeros pasos como ingeniero.
Se casaron en 1872, cuando tenía 23 años. Después de contraer matrimonio no dudó en seguir invirtiendo su dinero, esta vez en los proyectos de su marido. Fue así como llegó el primer automóvil en 1885. Bertha combinaba la maternidad junto a los propósitos de Karl, quien pese a sus constantes estados depresivos logró registrar la patente para el Benz Patent-Motorwagen en 1888. El problema fue que nadie se interesaba en él, todo esto hasta que, sin consultarle a su esposo, salió con sus dos hijos y condujo el vehículo desde Mannheim hasta su natal Pforzheim, 194 kilómetros en total.
Fue un viaje que no estuvo exento de problemas, pero que ella supo resolver con mucha inteligencia gracias a sus habilidades en mecánica: desbloqueó un tubo del circuito de alimentación de combustible con una horquilla y reparó el arranque con una liga. Y no sabemos si fue mera coincidencia o fortuna, pero este periplo tuvo mucha repercusión mediática, lo que convirtió al automóvil de los Benz en todo un éxito. La hazaña les permitió integrar mejoras al vehículo y hacerse un nombre en la industria.
“Tiene mucho más coraje que yo y su viaje fue decisivo para el desarrollo posterior del carruaje“, dijo Karl sobre la proeza de Bertha que hoy, para muchos, sigue sin ser muy conocida.