Fue una prolífica escritora, con decenas de novelas, columnas, crónicas y traducciones, y una de las primeras mujeres periodistas del siglo XX en España; si su nombre no es tan recordado como el de otros y otras, es porque escribió con seudónimo –como Colombine y hasta Perico de los palotes-, pero también porque fue una de las autoras prohibidas por el franquismo. Ahora, a 150 años de su natalicio, se está reivindicando el nombre de Carmen de Burgos.
Nació en Almería, siendo aún adolescente se casó con un hombre décadas mayor, que trabajaba en la empresa que imprimía el periódico de la ciudad. De su marido heredó la pasión por el periodismo, pero no mucho más, ya que fue un matrimonio tremendamente infeliz, con muchos hijos que además murieron. Sobrevivió solo una, y con esta Carmen se fue a vivir a Madrid, tras sacar siendo adulta su título de profesora, y dejando atrás a su marido.
En la capital, Carmen floreció como mujer moderna y con inquietudes intelectuales. Colaboró con El Globo, y fue parte de la fundación del Diario Universal; escribía columnas destinadas al público femenino, pero marcando pauta con temas como la necesidad de una ley de divorcio, los niños en la cárcel o el derecho a voto para su género. Fue corresponsal, y además decidió ir a la guerra de Melilla, dentro de España, donde reportó desde el conflicto, convirtiéndose en una de las primeras corresponsales de guerra de su país.
Comenzó una relación sentimental con un escritor dos décadas menor, Ramón Gómez de la Serna, quien se convertiría en su gran amor por años, y con quien compartiría sus intereses intelectuales. Publicó una docena de novelas largas y siguió siempre con sus artículos en la prensa, además de participar en tertulias literarias.
Murió a los 64 años, convertida en activista y en una prominente mujer del mundo intelectual, y una de las precursoras del feminismo en su país. Ahora, con la celebración de los 150 años de su natalicio, se preparan en España exposiciones sobre su legado y una recopilación de dos tomos de su obra.