Vive en un pueblo en Senegal llamado Thiaroye, donde ha hecho historia por varios motivos, desde ser la primera mujer a la que se le permitió ser pescadora, a organizar a las madres de los migrantes que mueren en el mar.
Todo comenzó e 2006, cuando el hijo de Yayi, llamado Alioune, se embarcó en el mar con destino a Barcelona; un plan usual para muchos de los jóvenes del pueblo africano que sueñan con una mejor vida en Europa. Pero todo salió mal, y al igual que miles de otros migrantes Alioune murió en el agua. Yayi estaba sumida en el dolor, pero además en graves problemas: en su sociedad patriarcal, las mujeres no podían hacer muchas labores y sin un hombre que la ayudara quedaba también desprotegida.
Yayi Bayam decidió cambiar las cosas, y convenció a los pescadores de la aldea de que ella también podía salir al mar para la pesca; se creía que las mujeres, cuando estaban menstruando, podían espantar a los peces. Yayi les dijo que no era problema, porque ya le había llegado la menopausia. Se convirtió en la primera mujer pescadora de Thiaroye, pero pronto otras siguieron el ejemplo. Yayi se convirtió en una líder de la comunidad, y con la ayuda de talleres de la ONU, consiguió más herramientas para el trabajo y la organización, formando a nuevas mujeres pescadoras.
Además, Yayi Bayam forma parte de un colectivo llamado Mujeres en lucha con la emigración clandestina, que ayudó a crear; son madres, hermanas y mujeres de los jóvenes que piensan que en un bote a Europa van a estar mejor que en Africa. Su rol es alertarlos de los peligros de esta migración irregular. También fomentar microcréditos para que los hombres y mujeres de su tierra, tuvieran más oportunidades en su mismo país; cuando no consiguen fondos, se preocupan de impartir talles de oficios útiles para no dejar de alentar a la nueva generación en Senegal.
Yayi Bayam ha obtenido numerosos reconocimientos de organizaciones internacionales.